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La suciedad se incrementa pese a los esfuerzos del Ayuntamiento

Los orines se han sumado a la presencia de basura en las calles

Clara Blanchar

No hay manera. Ni duplicando las papeleras y las brigadas de limpieza, ni repasando los puntos negros varias veces al día. Tampoco regar y baldear de noche es la solución. El Ayuntamiento de Barcelona reconoce que por más efectivos que destine, el centro de la ciudad está sucio. "Vemos que no lo conseguimos", afirma la directora de Servicios de Limpieza del Ayuntamiento, Núria Badia.

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Desde que a finales del año 2000 entró en funcionamiento la actual contrata de limpieza del Ayuntamiento, los efectivos se han aumentado hasta el 50% en Ciutat Vella, explica Badia. Además, las medidas que se adoptaron en su día como excepcionales -por ejemplo, en temporada alta de turistas o en víspera de festivos para atacar los restos del botellón- se han convertido en fijas. Pero los esfuerzos resultan insuficientes. "Tienes la sensación de que vas poniendo parches y no se soluciona el problema, los resultados no se ven, no lo conseguimos", confiesa la responsable de la limpieza.

Además, de un tiempo a esta parte han aparecido nuevas modalidades de suciedad: por ejemplo, el abandono de muebles y bolsas en el suelo por los vecinos que luego tienen que convivir con la suciedad. O los orines, que se están convirtiendo en un problema grande. El consistorio tiene incluso localizados puntos negros en los que operarios armados con mochilas pulverizan los rincones que concentran orines con un neutralizador del hedor de amoniaco. Lo hacen hasta dos veces al día. "Pero las zonas de conflicto se amplían, es una constante desde el año 2001", afirma Badia. Son las calles de la Cera, Arc del Teatre, Serra, Roca, Cervelló, Mina, Còdols, Carbassa y el paseo de Joan de Borbó, enumera Badia.

La directora de los servicios de limpieza explica que, por si fuera poco, el distrito de Ciutat Vella reúne todas las condiciones que multiplican la sensación de suciedad: calles estrechas, casas y pavimento antiguos, pintadas en las paredes, masiva presencia de visitantes, establecimientos de comida rápida que generan muchos envases, personas que buscan en los contenedores...

Actualmente, hay 160 operarios de limpieza en los días laborables y 95 en los festivos; decenas de vehículos, y equipos de baldeo armados con mangueras en las zonas donde las máquinas no pueden acceder. "También se ha adoptado la sanción como método para atajar los comportamientos incívicos", recuerda Badia. Y la mediación: "Pero los informadores que hablaban con la gente se desesperaron al ver como sus explicaciones no servían de nada. Se daban la vuelta y alguien había tirado más basura al suelo".

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Algo parecido ocurre con las pintadas, otro frente de batalla. "Los porcentajes de repintadas son increíbles", asegura, y recuerda también que el distrito cuenta con efectivos fijos destinados a limpiar paredes. Los costes de la ofensiva son brutales: 38 euros el metro cuadrado de pared.

"No es cuestión de mala planificación. Los esfuerzos aumentan y aumentan. Por lo menos queda pensar que si no lo hiciéramos, la situación sería con toda seguridad aún peor", reflexiona Badia.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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