Griffin espera resolver antes de 2006 el problema del aislante
Al día siguiente del lanzamiento del transbordador Discovery, cuando todavía ni siquiera había atracado en la Estación Espacial Internacional, la NASA anunció que suspendía indefinidamente los vuelos de estos vehículos. La razón fue el desprendimiento durante el despegue de varios trozos relativamente grandes de la espuma rígida que recubre el tanque de combustible de los transbordadores, ninguno de los cuales golpeó al Discovery. Un incidente similar causó la destrucción del Columbia hace dos años y medio. Desde entonces, se han gastado unos 160 millones de euros para intentar solucionar ese problema.
Sin embargo, el pasado viernes, cuando el transbordador estaba a punto de volver a la Tierra, Michael Griffin, director de la NASA desde hace sólo cinco meses, se mostró bastante optimista sobre la reanudación de los vuelos antes de fin de año. Incluso dijo que pensaba mantener la fecha de lanzamiento de la próxima misión, con el transbordador Atlantis, para el 22 de septiembre. Su optimismo se basaba, según The New York Times, en que para entonces ya tenía sobre la mesa informes que relacionan el desprendimiento del trozo de espuma más preocupante, del tamaño de un sombrero, con una de las múltiples reparaciones efectuadas rutinariamente hace unos meses en el recubrimiento aislante del tanque principal, en las instalaciones de Lockheed Martin, en Nueva Orleans. En este caso se trataba de una pequeña hendidura de no más de tres centímetros que había quedado tras la aplicación inicial del material, que se realiza en esa zona de forma manual. Los técnicos suponen que la reparación, que consiste en lijar la zona, no estuvo bien hecha, y que no es la espuma en sí la que presenta problemas.
Control de calidad
El sistema de control de calidad de la planta de Lockheed Martin fue criticado en un informe de diciembre pasado. Su autor, un ingeniero jubilado de la NASA, aseguraba que la amenaza de desprendimiento continuaba, a pesar de que se podría pensar razonablemente en eliminarla. "Cualquiera pensaría que la industria de Estados Unidos podría resolver este problema cuando se tiene en cuenta lo que ha hecho para desarrollar la tecnología del resto del transbordador", comentó George Abbey, ex director del Centro Espacial Johnson de la NASA.
El tanque lleva más dos millones de litros de hidrógeno y oxígeno líquidos. El material aislante es necesario para impedir que se forme hielo en el exterior del tanque, que dañaría el transbordador durante el lanzamiento.
El mayor problema que se presenta ahora es que el tanque principal del Atlantis ya está terminado. Si también en él se han hecho reparaciones defectuosas, el problema se puede volver a repetir durante su lanzamiento a partir de septiembre. Si ese tanque ya no sirviera, las misiones no se reanudarían tan pronto como quiere Griffin.
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