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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El maestro se confiesa

Muchos leímos ya la primera versión de estas memorias que salieron como memóries, en catalán, y evocamos, añoramos, aliviamos y, sobre todo, pese a que gran parte de narración transcurría en tiempos de la "ominosa", nos reímos. Ahora aparece esta versión, en absoluto traducción, que no es diferente, pero tampoco igual a la anterior. El autor es, desde luego, el mismo, lo cual, aunque lo parezca, no es una obviedad. El talento socarrón pero siempre benigno; la pluma en la que la sencillez es la marca del mejor periodismo narrativo tanto como discursivo; la misma mirada afable pero escrutadora, que todo lo comprende y no condena más que la miseria espiritual; el territorio que ocupa, el mismo, Cataluña y España; los dramatis personae, virtualmente idénticos, sólo con ligerísimas variantes.

MEMORIAS, CONFIESO QUE SOY PERIODISTA

Josep Pernau

Roca Editorial

Barcelona, 2005

512 páginas. 20 euros

Pero el libro, sin embargo,

es diferente, como lo es también el público, y estas memorias ahora leídas en toda España evocarán, necesariamente, otros mundos particulares, que no podrán coincidir exactamente con los de la versión catalana. La original fue más una charla de proximidad, mientras que esta versión es antes bien un comentario en voz más alta, en el que el autor, consciente de su otro público, modula de otra manera, añade pasajes -y adelgaza otros- que él mismo dice que son los que la memoria no trajo con anterioridad a colación, pero puede ser, también, que cuando uno recuerda en catalán no recuerde exactamente lo mismo que cuando lo hace en castellano. Misterios del bilingüismo y de las peculiaridades de ser español, como Pernau lo es, sin ningún afán y aún menos reticencias. Con la naturalidad con la que lo hace todo.

Y, por ello, tiene mucha razón cuando afirma que la materia prima es la misma, que lo mismo vale para Cataluña que para toda España ese recorrido de toda una vida, cincuenta años de periodismo que son, para fortuna de los que seremos siempre sus discípulos, los de la reconstrucción del quehacer profesional en España, desde un franquismo en el que no todo era imposible en las páginas de un periódico; donde todo era insuficiente pero el hecho mismo de existir en Barcelona concedía unos márgenes de actuación que, acaso, eran mucho más discutibles en Madrid, aunque sólo fuera por la concentración de las toxinas del poder en la capital.

Son los años en los que -y

quizá habría que animar a que Pernau lo contara en un próximo libro- una nueva generación de periodistas, hoy al borde del valle de las sombras, introduce bajo su dirección la premaqueta; en la que, en cierto modo empezando por las páginas de la sección de internacional porque allí era más fácil, se exploraban los límites que una dictadura aburguesada ya no controlaba; donde conocimos la fotocomposición y dijimos adiós a la linotipia; donde tantos nos hicimos hasta demasiado mayores.

Estas memorias, que el autor estila de confesiones son, en definitiva, el soliloquio que se convierte en diálogo al leer. Aunque él no pueda oírnos, somos muchos los que hemos hablado con su libro, que es una bendita manera de seguirle escuchando siempre a él.

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