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Columna
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La avellana de Reus

En su poema In memoriam, Gabriel Ferrater cuenta cómo se metía "dentro" de un avellano en su tierra natal, Reus. Ha quedado atrás el tiempo en que los niños jugaban por los campos de avellanos y se escondían en el enmarañado de sus ramas que caían hasta el suelo. Como también, en casi todos los campos, ha quedado atrás la manera de recolectar el fruto, que consistía en arrodillarse bajo el árbol, coger las avellanas con las manos y depositarlas en unos capazos que los hombres vaciaban, de vez en cuando, primero en el carro y después en el tractor. Ese sistema disminuía la recogida diaria, que consistía en unos 60 kilos por persona, en condiciones óptimas. Con el sistema de "barrido", se agrupaban las avellanas en dos o tres montones debajo del árbol con rastrillos o escobas rústicas. Ahora, en las explotaciones más modernas, se emplean máquinas recolectoras-limpiadoras que aspiran la avellana del suelo. Son fáciles de detectar por el ruido y por la nube de polvo que levantan a su alrededor. Pero hoy por hoy resulta el sistema más rápido y eficaz.

La explotación de la avellana es centenaria. A pesar de la competencia turca, la de Reus se exporta por todo el mundo

La zona de Denominación de Origen (DO) está constituida por los terrenos ubicados en los términos municipales de las comarcas del Baix Camp, el Tarragonés, el Priorat, la Conca de Barberà y la Terra Alta. La elaboración y envasado coinciden con la zona de producción. Son comarcas de terrenos accidentados, con algún afloramiento granítico y diferentes tipos de depósitos. Es una tierra caliza, de color pardo claro al pardo rojizo u ocre. La altitud va del nivel del mar a los mil metros. Las temperaturas son suaves, con el fuerte viento del Noroeste, el Mestral, de febrero a marzo que ayuda a la polinización. Las temperaturas mínimas pueden llegar a los 5ºC, y la media anual a 16ºC.

La recolección se inicia cuando la fruta ha llegado a la madurez adecuada, que coincide normalmente con los primeros días de septiembre hasta el mes de octubre. Se trabaja con el mayor cuidado y rapidez posible para conseguir una mejor conservación y calidad. Una vez recolectadas se someten a diferentes procesos: la separación de las hojas e impurezas; la eliminación de la cáscara para las que se presentan en grano; el tostado, con cáscara o en grano, para las que se presentan tostadas; la clasificación según calibres y categorías, y el envasado con la correspondiente etiqueta de control de calidad.

La explotación de la avellana en estas tierras tiene una tradición de 600 años. En el siglo XIII ya se cultivaba en Alforja, la Selva del Camp, Vilanova d'Escornalbou y Duesaigües. El comercio era tan importante que la Lonja de Barcelona creó una comisión para venderlas. En la segunda mitad del siglo XIX la avellana desciende hacia la llanura para suplir la cosecha de la vid, destruida por la filoxera. Reus se convierte en el centro de comercialización y es, actualmente, por donde pasa el 95% de toda la producción peninsular. A pesar de la fuerte competencia de la avellana turca, más barata, la de Reus sigue exportándose a todo el mundo y es reconocida por su gran calidad.

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