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ECOLOGÍA

El termómetro sostenible

Dejar el verano de puertas afuera se ha convertido en costumbre en los hogares españoles gracias al aire acondicionado. Sin embargo, saber fijar el termostato en el punto de equilibrio entre nuestro bienestar y el de la atmósfera sigue siendo la clave de un consumo responsable.

La venta de aparatos de aire acondicionado volverá a marcar este verano cifras récord y disparará el pico de demanda eléctrica. En momentos de llamada al ahorro energético es vital aprender a reducir la dependencia de la refrigeración artificial.

Mientras nuestras casas cada vez están más frías, las cifras de ventas de aparatos de aire acondicionado se calientan año a año. En 2002 se vendieron en toda España 660.000, en 2003 superaron los 942.000 y el pasado 2004 llegaron a 1.308.000, con lo que en tres años el incremento ha sido superior al 100%. En la actualidad, según el Instituto Nacional de Estadística, el 18% de los hogares cuenta con ellos. A este ritmo será difícil que la producción energética y la red soporten la demanda. Desde la Red Eléctrica de España se advierte de que Andalucía superó el pasado verano la demanda prevista para 2011, por lo que se ha acordado con la industria la edición de un decálogo para el buen uso del aire acondicionado. Curiosamente, que la mayoría de los aparatos pueda usarse como calefactor ha disparado el consumo también en invierno.

A los fabricantes y comerciantes debería preocuparles más el aumento de las emisiones de dióxido de carbono. Escasea el aparato, comercio, cadena o hipermercado que exhiba la etiqueta en la que se detalla la calificación energética con letras de la A a la G, de más a menos ecológico. Dicha etiqueta especifica también el consumo, los niveles de ruido y la potencia, detalle clave para adecuar los kilovatios a la estancia (véase recuadro). Su obligatoriedad se estipula en un real decreto de 2003, en vigor desde diciembre de 2004. No sólo se incumple, sino que algunas tiendas ofrecen "frío polar" y frigorías (3.000, 3.500…) a precio de saldo. Como media, una habitación de 12 metros cuadrados puede refrigerarse con 2.000 frigorías. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía y las organizaciones de consumidores marcan la temperatura ideal entre 25 y 22 grados, sin llegar a más de 10 de diferencia con el exterior para evitar cambios bruscos que dañen la salud. La excesiva refrigeración provoca dolores de garganta y cabeza, y resfriados propios del invierno. Bajar el termostato cuesta caro, porque cada grado menos dispara el consumo un 8%.

Rentabilidad y ecología

Pregúntese sobre la necesidad real de adquirir un equipo de aire acondicionado para dos o tres meses de calor intenso, de los que uno de ellos estará de vacaciones.

Airear la casa a primera hora de la mañana, colocar toldos y dobles acristalamientos y mantener las estancias en penumbra (no a oscuras) limita las necesidades de refrigeración.

Para lugares y casas con ambiente no excesivamente cálido puede servir un sencillo y económico ventilador.

Las prestaciones dependerán de las dimensiones de la estancia a climatizar, del grado de insolación y del calor desprendido por la iluminación o los electrodomésticos cercanos. Infórmese bien porque equipos del mismo nivel pueden llegar a consumir hasta un 60% más de electricidad.

Los aparatos con tecnología inverter mantienen constante la temperatura seleccionada y permiten ahorros que pueden llegar al 25%.

No colocar el módulo exterior en una zona de mucha insolación ni muy lejos del interior. Limpiar los filtros cuidadosamente al menos una vez al mes.

Piense no sólo en el nivel de ruido de su hogar, sino también en el que ocasionará el compresor colocado en la fachada.

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