Felipe IV y el 'Quijote' se reúnen en Cambridge
John Elliott abre un congreso de hispanistas en el que se pide rigor en el estudio del Siglo de Oro
Unos 140 hispanistas celebran esta semana en la Universidad de Cambridge el VII Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, con el eje de los debates centrado en la figura de Felipe IV, nacido hace 400 años, y el Quijote, la obra cumbre de Cervantes de la que se celebra el IV centenario de la publicación de su primera parte. Sir John Elliott reivindicó el extraordinario mecenazgo del llamado Rey Planeta en la sesión inaugural de un encuentro que ha hecho saltar la alarma sobre el declive en los estudios del patrimonio hispano desde la tradición historicista o filológica. "Las humanidades están en peligro", dijo ayer la catedrática Begoña López Poza, que preside la junta directiva de la asociación que convoca el encuentro.
Begoña López Poza critica el descuido de "la tradición historicista o filológica"
Las humanidades están contaminadas por la urgencia de obtener resultados inmediatos
A los congresistas les sorprendió el refinamiento literario y artístico de Felipe IV
El Robinson College, de la Universidad de Cambridge, acoge desde el pasado día 18 y hasta el viernes 22 a un total de 140 hispanistas especializados en el Siglo de Oro español. Representan aproximadamente a un tercio de los expertos mundiales en estudios hispanos y celebran en la histórica ciudad inglesa el VII Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro (AISO), cuya junta directiva preside en la actualidad Begoña López Poza, catedrática de Literatura Española de la Universidad da Coruña.
La presente edición del congreso, que se convoca cada tres años, coincide con los aniversarios de la publicación del Quijote y el nacimiento de Felipe IV, temas que lógicamente están teniendo un fuerte eco en la agenda de Cambridge. "Son temas recurrentes, pero no dominantes. El eje temático es muy variado, y las intervenciones se ocupan desde Quevedo y Cervantes a la poesía lírica, la comedia, la música, los moriscos...", señala el profesor Anthony Close, coordinador del evento.
El historiador John Elliott fue el encargado de abrir el congreso con su ponencia plenaria, Felipe IV, mecenas, en la que reivindica la figura real como "hombre muy cultivado, que leía dos horas al día, con un gran interés por la música y mucha pasión por la pintura y el teatro". "Felipe IV, con su sensibilidad hacia las artes, merece por propio derecho su posición central en la historia del Siglo de Oro español", dijo el erudito académico de Oxford.
Su intervención enlazó con picardía las dos claves temáticas del presente congreso: la del hidalgo castellano y la del rey que nació en el mismo año, 1605, en que se publicó la primera parte de la obra estelar de Cervantes. Sir Elliott proyectó a los congresistas la imagen de una caricatura, de 1641, en la que aparece Felipe con las trazas de Don Quijote en el momento en que parte en busca de venganza por la revuelta de Portugal. Va acompañado de su valido y primer ministro, el Conde Duque de Olivares, representando a Sancho Panza. "En un reinado en el que la ilusión demasiado a menudo tenía que vérselas cara a cara con la realidad, la figura de Don Quijote nunca andaba muy lejos", comentó el historiador.
Elliott se detuvo, poco después, en la Librería de la Alta Torre del Alcázar, considerada la biblioteca personal del llamado Rey Planeta, que en 1637 contenía unos 2.200 volúmenes. La catalogación de su contenido es objeto de una investigación que ha puesto en marcha el profesor Fernando Bouza y, según descubre su colega británico, "el Quijote, sorprendentemente, no figura" entre sus fondos que, por lo demás, están nutridos con obras de escritores del Siglo de Oro. Es posible que el rey guardara una edición de la obra cumbre de Cervantes en sus aposentos privados, como libro de lectura constante. "Leía mucho. Dos horas cada día", advierte Elliott. Otros congresistas quedaron sorprendidos con la "información insospechaba" que el historiador les brindó acerca de "los gustos personales, la formación y el refinamiento literario y artístico de Felipe IV", según observó ayer el profesor Close.
El congreso también ha saltado la alarma sobre el deterioro de los estudios formales en lengua, literatura y civilización hispanas de los siglos XVI y XVII. "Se está atravesando un mal momento en toda Europa, sin excluir España, en cuanto al interés por los siglos áureos. Se fomenta el interés por los estudios de moda, ya sea la literatura latinoamericana, lo audiovisual, la escritura femenina... que repercute negativamente en los estudios del Siglo de Oro. También influye la política universitaria: su deseo por ahorrar les lleva a no declarar vacantes las puestos que sí lo están", afirma el coordinador del encuentro de hispanistas.
Igual malestar expresó la catedrática López Poza, quien abordó el problema en el discurso que leyó en presencia del consejero cultural de la embajada española en Londres, Guillermo Martínez Correcher, entre otras personalidades. "Hasta el año 2000", advirtió López Poza, "la mayoría de los estudios de literatura tenían relación con el Siglo de Oro. En el momento actual, el 80% de los estudios se dedican al siglo XX, y, dentro de esos estudios, los campos relacionados con la imagen manifiestan una tendencia en alza".
De acuerdo con la profesora de la Universidad da Coruña, las humanidades se encuentran en "una situación muy peligrosa" puesto que los estudios se acometen "desde perspectivas menos históricas y dando concesiones a intereses no académicos". "Se busca el reconocimiento inmediato y se descuida la tradición historicista o filológica", criticó. Esta tendencia a olvidar el rigor académico se inició en EE UU y va propagándose por Europa y el resto de los continentes. "Desde hace 10 años, el declive es brutal. Se cierran cátedras y se sustituyen los estudios sobre el Siglo de Oro por estudios culturales, ya sea sobre Almodóvar o El Gran Hermano", añadió.
López Poza hizo un llamamiento desde Cambridge a todos los gobiernos y, en particular, al Ministerio español de Cultura, colaborador del VII Congreso de la AISO a través de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC). "Cuanto más acceso se tiene a la cultura, cuanto mayores son los medios disponibles para el estudio y la transmisión del saber, menos se aprecia y estimula el conocimiento de las bases culturales en que se asienta nuestra civilización. Disponemos de un valioso patrimonio que ha conseguido sobrevivir y mantener una parte considerable de él, a pesar de los expolios, los ataques por confrontaciones ideológicas y religiosas. Tenemos la obligación de protegerlo y transmitirlo", subrayó en su intervención.
La profesora de la Universidad de A Coruña considera que las "humanidades se han contaminado de la urgencia que otras disciplinas tienen por obtener rápidos beneficios al coste invertido". Y advierte de que el estudio de las letras conlleva un "proceso más lento de formación" puesto que, según explicó con ironía, "no se ha inventado todavía el chip que nos haga aprender latín de golpe, ni el programa informático capaz de transcribir en el acto la letra procesal de los documentos del siglo XVII". "Los políticos deben darse cuenta de lo importante que es un saber reposado y acendrado; que las humanidades requieren una paciente dedicación", dijo ayer. Y concluyó con un bello símil: "Las estalagmitas sólo pueden producir su belleza con el paso del tiempo".
El congreso prosigue hasta mañana en su estructura de conferencias plenarias, encuentros de investigadores y sesiones de comunicaciones. Estas últimas están dando pie a ricos debates entre los hispanistas reunidos en Cambridge. Así, el profesor Elliott confesó a sus colegas que se siente inclinado a revisar la idea que siempre ha mantenido respecto a la rivalidad entre Quevedo y el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV. El detonante de su posible cambio de opinión está en la investigación de la Universidad de Santiago sobre un texto en prosa de Quevedo en respuesta a unos panfletos judíos, descubierto hace unos años en la Biblioteca del Consulado de A Coruña. "Muestra a un Quevedo muy antijudío", señaló la presidenta de la AISO.
Babelia
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