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Columna
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Se buscan valientes

Andrés Ortega

María Corina Machado, como Alejandro Plaz y otros dos jóvenes venezolanos tienen mérito y arrojo. Son los impulsores de Súmate, una ONG u organización civil en Venezuela que cuenta con 30.000 voluntarios (www.sumate.org). Se dedican a fomentar la educación electoral, a revisar los censos, y fueron decisivos en la recolecta de los millones de rúbricas en el firmazo y, tras las trabas y objeciones que puso el poder, el rea-firmazo, para forzar el referéndum revocatorio de Hugo Chávez que, contra lo que esperaban, ganó el presidente el verano pasado. Todo, con el lema "¡Se buscan valientes!", como su actual campaña, "Impugna tu registro electoral", lo han hecho desde el escrupuloso respeto a la Constitución bolivariana. El régimen quiere acallarlos, pues -a falta de partidos y de líderes de una oposición que no se ha recuperado ni de su pasado ni de su fracaso en el referéndum-, considera a Súmate su último enemigo, y les ha procesado nada menos que por traición a la patria, por "conspiración contra la forma política que se ha dado la Nación", por "ilícitamente obstaculizar, interrumpir y hostilizar la labor del Poder Electoral".

¿Poder? Montesquieu se hubiera estremecido. En la Venezuela de Chávez ha desaparecido la separación de poderes. Todo lo controla ya el Ejecutivo. Incluso ha hecho aprobar una ley para disponer libremente de reservas del banco central, con lo que, junto al petróleo (cuya producción baja porque Chávez se ha cargado la pericia y la capacidad tecnológica, pero cuyo precio sigue subiendo), el presidente tiene en sus manos una inmensa chequera para gastar y comprar, y repartir prebendas dentro y fuera. Y a los de Súmate les acusa de "cobrar" del extranjero: una ayuda abierta de 51.000 dólares [42.500 euros], otorgada públicamente por el National Endowment for Democracy (NED) desde Washington, lo que no está penado en el caso de las actividades de las ONG por el Código Penal venezolano. Pero éste lo adapta Chávez a su antojo.

El único respiro es que el Gobierno se ha decidido a procesarlos en libertad, lo que implica que Corina, Alejandro y sus colegas pueden seguir ejerciendo su labor, aunque siempre con la espada, no de Damocles sino de Chávez, sobre sus cabezas, pues se enfrentan a una posible condena de hasta 16 años de cárcel. En Súmate no piensan que les condenarán, sino que habrá un juicio largo y engorroso que el Ejecutivo manipulará según le convenga. De momento, el tribunal prácticamente no ha aceptado ninguna de las alegaciones de la defensa. Sería deseable una presión desde la UE, y especialmente desde España, para que no se produzca un ridículo juicio por unas actividades que Human Rights Watch ha calificado de perfectamente legítimas. Es parte de una campaña de intimidación por un régimen que está montando un Ejército de reserva y una Guardia Nacional, ¿contra quiénes?

Corina ha sido recibida en la Casa Blanca por Bush. Dadas las circunstancias, paso poco prudente para la imagen de Súmate, pero no un delito. Es ingeniera. Ella, como otros, en vez de dedicarse a la defensa de sus conciudadanos podrían vivir cómodamente fuera. Pero de Venezuela, pese al acoso de Chávez, se marchan pocos. La de Súmate es una empresa quijotesca (aunque es Chávez el que ha enarbolado El Quijote, del que ha distribuido más de un millón de ejemplares en la llamada Operación Dulcinea), pues todo apunta a que, sin necesidad de trampas electorales -con el uso del dinero de que dispone, y la falta de una oposición organizada-, Chávez tiene todas las papeletas para salir reelegido presidente en las elecciones de 2006.

En tiempos, una cierta izquierda diferenciaba entre democracia formal y real. Aunque la dinámica de la supervivencia material se impone a veces, pero no en el caso de Venezuela, a estas alturas de la historia está claro que sin democracia formal no hay democracia real. Y en Venezuela, pese a los votos, contra Montesquieu no hay democracia formal, ni, por tanto, real. Por eso es tan importante que iniciativas como las de Súmate no queden ahogadas por lo que un amigo de Venezuela llama el "monocratismo tumultuario" de Hugo Chávez. aortega@elpais.es

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