Enciclopedia para Barcelona
Los estudios sobre la historia de Barcelona y las publicaciones que los divulgan o las que recogen la memoria en términos más personales y anecdóticos alcanzan a lo largo de los últimos 100 años un volumen considerable. Es posible que ésta sea una de las ciudades europeas que, en proporción a su envergadura y sin contar las grandes vedettes urbanas, ha creado más interés por su historia antigua y reciente y la ha popularizado con más asiduidad. Relatores insignes de los siglos XVIII y XIX
-Antoni de Campmany, Pi i Arimon, Carreras Candi, Sanpere i Miquel, Víctor Balaguer, etcétera- marcaron los puntos que en el XX desarrollaron los nuevos científicos: historiadores como Duran i Sanpere, Carrera i Pujal y Vicens Vives; geógrafos como Pau Vila, Casassas y Tatjer; arquitectos y urbanistas como Busquets, Torres Capell, Font, García Espuche, Esteban y Guardia; periodistas como Huertas Clavería; arqueólogos como Tarradell; ensayistas que han encontrado motivos en la realidad social y física de Barcelona -Cirici, Vázquez Montalbán, Wiesenthal, Hughes, Guillamon, etcétera-; críticos de arquitectura que han clasificado el movimiento moderno; sociólogos y economistas; novelistas que la han utilizado como escenario; polemistas locales apoyados en la defensa del patrimonio. Es imposible sintetizar aquí ni siquiera la élite de ese cúmulo de investigadores.
Es posible que Barcelona sea una de las ciudades europeas que, en proporción a su envergadura, ha creado más interés por su historia
Era necesaria una visión transversal en la que la puntualización de cada tema permitiera la referencia a la totalidad interpretativa
La fluencia de textos diversos -con distinta intención y calidad, pero globalmente de parecida eficacia- ha pasado por dos tipos de canal. Uno corresponde a las publicaciones oficiales, las del propio Ayuntamiento y entidades dependientes -especialmente el Archivo y el Museo de la Ciudad con textos y exposiciones, desde la época de Durán a la de Alberch, Tarraubella y Nicolau- que han editado muchos documentos, la mayor parte con ocasión de las recientes transformaciones urbanísticas, a menudo complementados con referencias históricas apoyadas en trabajos universitarios y en tesis, muchas de las cuales provenían del Laboratorio de Urbanismo de la UPC, dirigido por Manuel de Solá-Morales. El otro canal corresponde a las abundantes colecciones de monografías de divulgación, que alcanzaron su punto más intensivo en los años cuarenta y cincuenta, cuando el barcelonismo -a la vez resistente y conformista- intentaba sustituir al catalanismo perseguido. Las colecciones de Millá, Dalmau y Aymá ofrecen un repertorio significativo de la historia temática e incluso anecdótica, cuyos contenidos se pueden interpretar hoy como una eficaz aportación seleccionable.
Pero el contenido más sistemático se alcanzó con la publicación -a iniciativa de Maria Aurèlia Capmany, desde la concejalía de Cultura- de los nueve volúmenes de la Historia de Barcelona (1991-2001), dirigida por Jaume Sobrequés i Callicó y editada por Enciclopedia Catalana y el Ayuntamiento. Una colección que se completó con los cuatro volúmenes dedicados a Els barris de Barcelona (1997-2000), bajo la dirección de Ramón Alberch y con la participación de los mejores especialistas. Son dos series que parecían ya definitivas y no sólo por la solvencia documental e informativa, sino también por la visión a la vez global y territorialmente temática. Pero quizá -puestos a completar el panorama- era necesaria todavía una visión transversal en la que la puntualización de cada tema permitiera autónomamente la referencia a la totalidad interpretativa. Este objetivo es el que ofrece ahora la reciente publicación del primer volumen de la Enciclopedia de Barcelona, editada también por Enciclopedia Catalana y el Ayuntamiento y dirigida por Ramón Alberch y Jesús Giralt con un consejo asesor y un equipo de redactores de solvencia por lo menos acreditada. La idea -ya experimentada con mucho éxito en Nueva York y París, aunque con enfoques distintos en algunos aspectos- parece muy acertada y, sobre todo, muy útil. El problema más difícil de una enciclopedia alfabética es acertar en la prioridad sistemática de las entradas, sobre todo cuando el tema tiene unas limitaciones geográficas inciertas y cuando los acontecimientos importantes no se reducen a los de ámbito físico y alcanzan lo social, lo económico y lo político. Con un solo volumen, no se puede apreciar todavía esa adecuación. Pero sí se puede juzgar la intención y la calidad de los artículos. En líneas generales, los textos cumplen muy bien las dos funciones que cabe exigirles. Por un lado, la transversalidad, es decir, las debidas referencias para que un acontecimiento cualquiera se pueda relacionar con otros y con situaciones generales que permitan la extensión de contenidos. Por otro lado, hay que tener en cuenta que el usuario de una enciclopedia busca prioritariamente datos concretos que son difíciles de precisar en una historia general: la fecha de un edificio, un monumento o una entidad, el autor de un plan urbanístico, los nombres y las fechas de los cargos representativos, los periodos de publicación de un periódico, etcétera. Según demuestra este primer volumen, las dos funciones parecen cumplirse adecuadamente, aunque la segunda sea a veces insuficiente, poco precisa o desequilibrada según la decisión de cada redactor. Un desequilibrio que también se aprecia en la bibliografía y quizá en la extensión de los artículos. Espero que estos aspectos mejorarán porque la estructura de referencias en el índice que se anuncia para el último volumen ayudará a coordinar y unificar la información.
En conjunto, esa Enciclopedia de Barcelona será otro gran documento -divulgativo y de soporte- que dará mayor validez a la afirmación con la que he iniciado este artículo: la abundancia y la organicidad global de los estudios de historia de Barcelona y de sus evoluciones recientes.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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