Menos humos en las islas
Baleares pone en marcha una ley antitabaco pionera en España
"¿Qué se prohíbe, el humo, el cigarro o la persona fumadora?". Ayer, en el primer día de aplicación de la ley antitabaco de Baleares, Juan Cabrera, dirigente de los empresarios de restauración, lanzó así una de las dudas operativas que se suscitó en su sector y entre sus clientes. Para la prevención y el control del tabaquismo en el archipiélago ya está vetado fumar en el interior de bares y restaurantes, a no ser que en éstos se definan ámbitos "expresamente reservados para fumadores".
Baleares tiene la mayor densidad de comedores y barras de bar de España (más de 4.000 para un millón de habitantes), en una economía de servicios, con 10 millones de turistas al año. En las discotecas -porque no se sirven alimentos- y en las terrazas sí se podrá fumar.
Los bancos colgaron la señal de prohibido, pero "¿quién le dirá al cliente que no fume?", pregunta un oficinista
"No es una ley contra los fumadores, pero sí a favor de la protección de la salud del no fumador. Buscamos espacios de convivencia", detalló la consejera de Salud, Aina Castillo. "Espacios libres de humo" son los centros de la Administración, hospitales, estaciones, aeropuertos, centros comerciales, bancos o pabellones deportivos.
La legislación es "sobre drogodependientes y otras adicciones" en el marco de "los derechos sociales" de los ciudadanos. Se actúa contra "las patologías de la libertad", la opción de los adictos que con "determinación limitan su libertad" con drogas mayores o menores.
El restaurador Cabrera insistió: "¿En los cafés basta aislar con mamparas las áreas de fumadores? ¿O colocar letreros sobre las mesas?". Y se respondió: "Los bares pequeños son mayoría, y los climatizadores procesan el aire de todo el local". Castillo replicó: "En el interior no se podrá fumar si no hay una zona apartada. Prima la salud y el derecho del no fumador en caso de colisión de actitudes".
El jefe de Drogodependencias, Bartomeu Jaume, asume que "de entrada es posible que se den anomalías y pequeños problemas", pero que "no hay que ser alarmistas, la normalización será progresiva". Jaume anima a quienes se sientan vulnerados en sus derechos, en un restaurante donde no les amparen, para que pidan "el libro oficial de reclamaciones o efectúen una denuncia a la Consejería". Habrá graves sanciones para las empresas infractoras por "conductas u omisiones", de los dueños o empleados: hay multas de hasta 6.000 euros en casos leves y de un millón en los muy graves. El castigo máximo es por descuido en la custodia de drogas.
En el estreno, la clientela insular fumadora seguía echando humo en sus bares. Se hacía la vista gorda o se alegaba desconocimiento de la letra. "La gente que no fuma ya no va de casinos", decía un fumador rural longevo. Los bancos colgaron la señal prohibitiva, pero, "¿quién le dirá al cliente que deje de fumar?", inquirió un oficinista.
En el mayor espacio público cerrado y el más transitado de las islas, el aeropuerto de Palma, con unas 80.000 personas por día en julio, avisaron por megafonía y retiraron los pocos ceniceros existentes, tras la criba de papeleras por cuestiones de seguridad antiterrorista. La normalidad reinó en los 2.000 hoteles cuya clientela dominante es británica o alemana. La adaptación a los aires limpios y a los nuevos hábitos saludables contra los riesgos en el corazón de la UE comenzó hace años.
El poder balear quiere dar el alto a las adicciones, en especial a las drogas químicas y al tabaco. Pero el alcohol queda excluido por ahora hasta que se elabore una ley específica. El empresariado presionó para defender su negocio. La consejera concluyó: "Estamos consensuando el proyecto". La ley antitabaco se presenta "pionera en toda España y más estricta y avanzada que la futura ley estatal".
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