Amando Blanquer como ejemplo
Hablar desde la tristeza de haber perdido un amigo y un maestro es difícil. Pero, una vez más, él nos marca el camino, que es el de la cercanía y la sencillez. Los que hemos tenido la suerte de haber tratado a Amando Blanquer tenemos que agradecerle muchas cosas. En primer lugar su obra, en la que no en vano se ha señalado siempre su "humanidad".
El compositor valenciano más importante de las últimas décadas deja un amplio legado musical en el que no sólo destacan sus composiciones para ópera y conciertos sino las de bandas y festivas. Esto significa que, por ser un compositor de gran talento y formación, tenía registros plurales, era un trabajador tenaz y un hombre que atendía a sus orígenes, tanto como valenciano, como por su primera formación ligada a las bandas en su Alcoy natal.
Era catedrático, miembro de la Real Academia de S. Carlos y correspondiente de la de San Fernando, y esa sabiduría y genio que han hecho de él un referente lo trasladaba a la vida y a su relación con los demás. Su nivel internacional no lo apartó nunca de sus raíces, porque sabía que los referentes vitales y de aprendizaje son las bases más sólidas de la creación. Esto y el trabajo incansable e ilusionado.
Si hay algo que, desde el punto de vista cultural constituye un gran patrimonio de la Comunidad Valenciana del que podemos sentirnos orgullosos es la música, y Amando Blanquer es la mejor prueba de que la riqueza la crean personas como él que aman su tierra y el arte sin hacer distinciones, sino dándolo todo para que sea fructífera y alcance niveles de excelencia.
Corresponde a los expertos musicales analizar sus aportaciones específicas en todos los campos que el abarcó, pero como personalidad de la cultura supo trascender el círculo de los especialistas y ser un referente humano que supo hacer una simbiosis perfecta entre tradición y contemporaneidad. Esta es una de las claves de su personalidad artística y el más claro ejemplo de cómo se puede combinar, cuando se tiene su talento y destrezas, la sabiduría y el cariño hacia lo que representa su entorno, que es su tierra y las personas que lo habitan.
La muerte de alguien cercano nos llena de pena, pero el consuelo y la enorme suerte de poder vivir a través de su música todas las emociones que sólo nos pueden ofrecer los grandes autores es algo que quedará para siempre. Ahí radica la generosidad de los grandes nombres que, además, son excelentes en todas sus manifestaciones. Los que tuvimos la enorme suerte de compartir con él tantos ratos enriquecedores lamentamos profundamente su pérdida, no lo olvidaremos nunca, porque ha sido un ejemplo de valencianía universal, de espíritu de trabajo, de perfeccionismo y de humanidad. Ahí está toda su obra, que sonará en auditorios y también en la calle. Su reivindicación y estudio de nuestra música y su aportación al más alto nivel de la composición son el reflejo de cómo un hombre genial nos descubre lo que hay de excelso en la tradición y da un paso más en el enriquecimiento cultural. Este es su legado y un ejemplo a seguir y admirar.
Consuelo Ciscar es directora del IVAM.
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