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Reportaje:CUMBRE DEL G-8 | La situación en África

Mozambique frente al sida

La enfermedad pone en peligro el crecimiento del país africano tras una década de éxitos económicos

"Trabajadores de Mozambique, uníos contra el sida". Los sindicatos mozambiqueños se manifestaron bajo este lema el 1 de mayo en las grandes ciudades del país, denunciando el problema del sida en las empresas. "Los trabajadores tienen que cambiar su comportamiento sexual para evitar que la enfermedad se propague. Tienen que informarse acerca de los riesgos para parar esta enfermedad que amenaza el desarrollo de nuestro país", declaró entonces el gobernador de Maputo, la capital de Mozambique, Telmina Perreira.

Esta toma de conciencia sobre el impacto de la enfermedad en la economía es de vital importancia si Mozambique no quiere ver aniquilados los esfuerzos que desde hace una década invierte en la reconstrucción del país. Devastado por una larga guerra civil, terminada en 1992, el país ha conseguido mantener su crecimiento alrededor del 7%, las inversiones extranjeras se han quintuplicado en 10 años y un estudio reciente del Instituto Nacional de Estadística muestra que la pobreza se ha reducido un 15% desde el 1996. Este desarrollo prometedor podría verse rápidamente comprometido si no se erradica el sida.

La primera consecuencia de la difusión de la enfermedad es un descenso dramático de la esperanza de vida. En un escenario sin sida, la esperanza de vida de los mozambiqueños aumentaría de seis años en una década (concretamente: de 44 a 50 años). Con el sida, en cambio, en 2010 la esperanza de vida podría bajar hasta los 37 años.

Las empresas tienen que enfrentarse a una disminución significativa de sus empleados, con una doble consecuencia: una baja de la productividad y una mayor desconfianza de los inversores extranjeros. "Puede que la mano de obra mozambiqueña sea la más barata del mundo, pero los problemas de salud, en particular del sida, afectan a la productividad de las empresas y sus gastos en materia de asistencia médica", señala un inversor extranjero, propietario de una sociedad de confección en el centro del país.

En el campo, el sida pone en peligro la subsistencia de los agricultores y afecta a la producción agrícola, mientras que otros sectores como la educación y la sanidad son cada vez más frágiles. El Ministerio de Educación prevé una pérdida del 17% del contingente actual de profesores antes de 2010. Por otra parte, el sistema sanitario está sometido a la presión de los enfermos, 100.000 nuevos casos declarados cada año, y de los empleados en los hospitales, cada vez menos numerosos. Los costes adicionales que el Estado deberá asumir para luchar contra la enfermedad harán bajar un 2% el crecimiento del PIB, según los estudios más pesimistas.

Frente a esta situación, más de 200 empresas del país africano forman parte en la actualidad de la asociación Empresarios Contra el Sida, creada en 2000. "Los primeros casos de muerte por sida entre los trabajadores han llevado a los empresarios a concienciarse sobre los efectos de la enfermedad", señala Dirce Costa, asesor económico y autor de un estudio sobre el impacto del sida. Desde hace un año, la sociedad de construcción CETA ha puesto en marcha un proyecto piloto de distribución de medicamentos. Los costes son compartidos entre la empresa, organizaciones no gubernamentales y el Ministerio de Sanidad, con el apoyo de agencias extranjeras de cooperación.

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En 2002, fue aprobada una ley que prohíbe el despido de los trabajadores enfermos de sida. El desconocimiento de esta ley desanima a los trabajadores a someterse a una prueba voluntaria por miedo a perder el puesto en consecuencia de la enfermedad.

© Le Monde / EL PAÍS

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