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CUMBRE DEL G-8

La economía mundial desplaza a África

El Gobierno británico desinfla las expectativas de una cumbre marcada por el precio del petróleo

Una cacofonía de mensajes con sintonías muy diversas presidió ayer la víspera de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los Ocho (G-8), que hoy se inicia en la localidad escocesa de Gleneagles. Mientras los países africanos exigían la condonación de la deuda a todo el continente, el Gobierno británico empezaba a echar agua al vino y a reconocer que no va a ser posible colmar las altas expectativas creadas en torno a la cumbre. Y mientras los portavoces del primer ministro, Tony Blair, dibujaban una serie de acuerdos más modestos de los que se pretendía hace unas semanas, la coyuntura económica se ha ido abriendo paso en la agenda ante las presiones creadas por el encarecimiento del petróleo.

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Lanzada como la gran cumbre sobre África y el cambio climático, los desencuentros generados por los intereses contrapuestos de cada país empiezan a dar paso a una reunión algo más cercana al formato tradicional. Los primeros llamamientos para que la economía mundial centre los debates, lanzados días atrás por el gobernador del Banco Central de Canadá, han tenido eco en algunas de las delegaciones del G-8, un selecto club que agrupa, junto a Rusia, a las siete economías más desarrolladas del planeta (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido).

Alemania ha insistido en la necesidad de incluir la coyuntura económica mundial en un momento en que el petróleo ha llegado a superar los 80 dólares por barril y los analistas no niegan la posibilidad de que el crudo supere la barrera de los 100 dólares. Era algo inimaginable hace apenas unos meses, pero algo que entra dentro de lo posible en estos momentos.

La presencia de las tres grandes economías emergentes, China, India y Brasil, que junto a Suráfrica se están incorporando aunque sea por la puerta de atrás a los debates del G-7 y el G-8, refuerzan la conveniencia de aprovechar el encuentro para abordar cuestiones que afectan a la evolución de la economía mundial.

Pero los dos asuntos estrella de la agenda siguen siendo el cambio climático y la lucha contra la pobreza en África. El Gobierno británico, anfitrión de las reuniones del G-8 este año y gran padrino de la idea de concentrar esta vez los esfuerzos en el calentamiento de la Tierra y el desarrollo de África, está empezando a enviar mensajes de cautela ante las altas expectativas desatadas por la reunión. El primer ministro Blair y el canciller del Exchequer (ministro de Finanzas), Gordon Brown, están detrás de esas altas expectativas tras meses de machacona propaganda de su agenda africana y climática.

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Tanto Blair como Brown han viajado a África acompañados por un buen tropel de medios informativos y el primer ministro ha sido especialmente visible alentando el activismo del cantante y exitoso hombre de negocios Bob Geldof, alma máter de la serie de conciertos organizados el sábado en los países del G-8 para presionar a sus líderes. Blair introdujo a Geldof en la Comisión por África que inició meses atrás los debates sobre las necesidades del continente y apoyó los conciertos al aceptar hacer pareja con el cantante en un debate con un grupo de jóvenes en la televisión MTV, transmitido luego en varios países. Hoy se espera que varios cientos de miles de manifestantes tomen las arterias de Edimburgo para dar un último golpe a la campaña de presión a los líderes políticos.

Tanta campaña ha acabado por despertar unas expectativas que seguramente no se van a corresponder con los resultados de la cumbre, y Brown empezó ayer a echar agua al vino de los activistas. "Sé que nos vais a decir que teníamos que haber hecho más", dijo en declaraciones a la BBC. "Sé que nos vais a decir que lo que hemos conseguido no es suficiente, pero hemos tenido que poner a todo el mundo de acuerdo", declaró, echando a los demás la culpa de la previsible falta de ambición de los acuerdos y buenos propósitos que saldrán de la cumbre. "Lo que Reino Unido dice es una cosa. El resultado en Gleneagles será un reflejo de lo persuasivos que hayamos sido con los demás".

Richard Bennett, presidente de la campaña de presión Convirtamos la pobreza en historia, o en reliquia, en traducción más libre pero seguramente más representativa del sentido del original inglés (Make Poverty History), cargó ayer contra el Gobierno británico. "Lo que se está discutiendo no es en absoluto la condonación del 100% de la deuda de los países más pobres, pero el portavoz del Gobierno continúa dando a entender que así es", se quejó en una carta enviada al propio Brown.

Steve Tibbett, otro de los responsables de esa campaña, consideró "escandaloso que el Gobierno esté utilizando a millones de pobres para marcar un gol de relaciones públicas". "Basta mirar detrás de la retórica para ver dónde se queda la realidad. No estamos de ninguna manera ante un acuerdo que vaya a atajar el problema de la pobreza. El Gobierno del Reino Unido se ha puesto al servicio de una campaña de propaganda", añadió.

Las expectativas se han ido reduciendo también en el capítulo de cambio climático, donde se vislumbra un acuerdo a la baja. "Hay un creciente consenso en torno a las causas del cambio climático, pero no sabremos hasta el jueves o el viernes lo lejos que podremos llegar", aseguró desde Singapur el portavoz de Tony Blair, donde el primer ministro estuvo ayer y anteayer para apoyar la candidatura de Londres para la organización de los Juegos Olímpicos en 2012.

Bob Geldof, que organizó los conciertos contra la pobreza, a su llegada a Edimburgo ayer.
Bob Geldof, que organizó los conciertos contra la pobreza, a su llegada a Edimburgo ayer.REUTERS

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