¡Es la economía, G-8!
Los países ricos acuden a la cumbre con sus finanzas debilitadas
Los siete grandes más Rusia prestarán a partir de hoy escasa atención a los desequilibrios que se acumulan en una economía mundial cuyo motor es el endeudamiento de las familias, la subida especulativa del precio de viviendas y una propensión al consumo frente al ahorro. Las grandes economías crecerán un 2,6% en 2005 contra 3,4% en 2004. Las ocho décimas de desaceleración sólo son una expresión superficial de los problemas que el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, el banco de bancos centrales, acaba de comparar con la situación que desembocó en la gran recesión de 1974.
El Banco de Pagos Internacionales es escéptico de que los países industriales aborden los grandes desequilibrios, como el déficit por cuenta corriente de EE UU o la posibilidad de que China, que no forma parte del G-8 pero acude como invitado, revalúe su moneda.
"Si lo que se necesita hacer para resolver los desequilibrios exteriores está razonablemente claro, es también claro que ello no va a ocurrir en un plazo cercano", dice el informe. Al menos, sugiere, "lo que se necesita ahora es un diálogo real entre los afectados. Cada uno debe asumir ciertos compromisos desagradables ahora para evitar alternativas más desagradables en el futuro". No será la cumbre de Gleneagles la que pasará a la historia por asumir compromisos incómodos.
Los países de la UE miembros del G-8 acuden a la cumbre con una economía anémica. La previsión de primavera del FMI para el crecimiento económico de la zona euro durante 2005 era del 1,6%, cuatro décimas menos que en 2004. "Las empresas europeas señalan que la desaceleración de la industria manufacturera no ha tocado fondo", estima Eric Chaney, economista de Morgan Stanley en París. "Esto supone una recuperación suave en el segundo semestre del año". Pero Chaney ve razones para el optimismo. "Las companías europeas están reduciendo sus precios agresivamente, y ello a pesar de precios del petróleo más elevados que nunca. La explicación: la mejora de productividad. Las reformas comienzan a dar sus frutos. Hay datos que permiten pensar en una recuperación cuya fuerza motriz será la productividad y la mayor competitividad del sector manufacturero europeo".
Si esta tendencia se confirma, el primer año sólido de la recuperación europea podría ser 2006, con una previsión de crecimiento del 2,3%. La clave: Alemania. En su reciente examen de la economía alemana, de junio pasado, el FMI señala que la recuperación "sigue siendo frágil debido a los problemas que afectan a la demanda interior. El PIB se expandirá un 1% en 2005 y 1,3% en 2006". Estas previsiones son menos optimistas que las de primavera, cuando el Fondo preveía un crecimiento del 1,9% para 2006.
Desequilibrios
La gran fuente de desequilibrios, el creciente déficit por cuenta corriente de EE UU (terminará el año fiscal entre el 6% y 7% del PIB) constituye, según el Banco de Pagos Internacionales, un "serio problema de largo plazo. Esto es: puede eventualmente conducir a una caída desordenada del dólar, una inestabilidad asociada en otros mercados financieros e incluso recesión". La otra economía hasta ahora boyante, la del anfitrión Tony Blair, ya da síntomas de agotamiento. La revisión del PIB del primer trimestre recortó en seis décimas la cifra del primer trimestre de 2005, situándola en 2,1%.
"Pienso que con la crisis de la UE y los desafíos que enfrentan los líderes del G-8, éstos se mostrarán algo más populistas y querrán demostrar que defienden los intereses nacionales. Jacques Chirac y Tony Blair quizá ni siquiera intercambien palabra", estimaba Philip Gordon, director del Centro sobre EE UU y Europa de la Brookings Institution hace pocos días. Tras las mofas de Chirac sobre la gastronomía británica, es posible que su enemistad con Blair ya no tenga vuelta atrás.
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