_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El reto neoliberal de Europa

Llevo 20 años argumentando que las altas tasas de desempleo de Europa occidental son insostenibles. En la década de 1970, los monetaristas aseguraban que sólo un modesto aumento del desempleo podría controlar la inflación en el Occidente industrial. En Reino Unido y EE UU esa apuesta monetarista dio buenos resultados. En Europa occidental, no. En los últimos 25 años, el desempleo en Europa ha ido creciendo a medida que se endurecía la política monetaria y aumentaban los tipos de interés para luchar contra la inflación. Después de que ésta sucumbiera, el desempleo no cayó y se mantuvo suficientemente elevado como para convertir el paro de larga duración en una experiencia definitoria para muchos.

Europa necesita una política monetaria que considere más importante el crecimiento del empleo en el norte de Europa que la estabilidad de precios

Los bancos centrales temen que si relajan la política monetaria no se producirán las reformas estructurales necesarias para liberar la oferta agregada, y que el resultado será una vuelta a la inflación de la década de 1970. Los políticos de Europa occidental temen lo contrario. Les preocupa que incluso adoptando dolorosas reformas estructurales, los bancos centrales seguirán insistiendo en restringir el dinero. Desde hace 20 años, las políticas de Europa occidental se mantienen estables a pesar de que una gran proporción de ciudadanos ha quedado excluida de una participación significativa en gran parte de la vida económica. La economía de estos países ha seguido creciendo a pesar de soportar la pesada carga de mantener al menos el 10% de la población activa en paro.

Los franceses han rechazado la Constitución de la Unión Europea principalmente porque temen que una mayor integración europea traiga consigo los enormes costes y turbaciones del neoliberalismo. Una cosa es respaldar el proyecto europeo cuando la idea es vincular firmemente a Alemania y Francia, y otra respaldarlo cuando el proyecto europeo significa que los trabajadores franceses se enfrentan a la competencia de los fontaneros polacos, los agricultores rumanos y los tenderos turcos. En Alemania, el electorado parece decidido a expulsar al canciller Gerhard Schröder por el descontento que ha causado su tibia lealtad al proyecto neoliberal. El problema es que el electorado tendrá entonces cuatro años de gobierno de una canciller, Angela Merkel, cuya adhesión al proyecto neoliberal es casi tan firme como la mía. Alemania estará mejor después de una década gobernada con políticas más neoliberales. Pero eso no parece ser lo que los alemanes quieren.

Unido a todo esto está el descontento en el norte de Europa con el Banco Central Europeo (BCE) y el euro. No es que el acabar con la Unión Monetaria Europea (UME) esté en el programa, sino sencillamente que la población ha empezado a pensar en posibles futuros poco probables en los que se pudiera incluir en el programa el fin de dicha UME. Todos quieren que la Europa unida de hoy desarrolle los grandes logros alcanzados desde el final de la II Guerra Mundial, y no que generaciones de desempleo elevado los pongan en peligro. Esto exigirá un cambio de actitud en el BCE. Europa necesita una política monetaria que considere más importante la ayuda al crecimiento del empleo en el norte de Europa que la estabilidad de precios continental.

J. Bradford DeLong es catedrático de Economía en la Universidad de California en Berkeley y fue subsecretario del Tesoro durante la presidencia de Clinton.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_