San Bob, apóstol de los pobres
Irritante, mandón, soberbio... Así es la imagen pública de Bob Geldof, el peor diplomático del mundo y con un arte de persuasión sin parangón. Ante nada se detiene en su campaña por el bienestar de África, que lanzó en 1984-1985 con el single benéfico Do they know it is Christmas y los macroconciertos Live Aid. Había jurado no repetir la odisea, pero un empujoncito de su amigo Bono, líder de U2, lanzó de nuevo al músico irlandés como cabeza visible del Live 8.
Le llaman San Bob y, aunque paciencia tiene poca, aguantó 18 meses de reuniones dentro de la Comisión por África, cuyo programa de acción ha sido básicamente aceptado por el primer ministro británico, Tony Blair. El plan, que incluye el ideal de reducir la pobreza en un 50% para 2015, forma parte de la agenda de la próxima cumbre del G-8.
Geldof nació en 1954 a las afueras de Dublín y, para 1979, había cosechado fama internacional con su grupo Boomtown Rats y el tema I don't like Mondays. El ocaso de la banda coincidió con la apoteosis del Live Aid, la concesión a su fundador más visible del rango de caballero y la selección como candidato al Nobel de la Paz. Desde entonces ha editado discos en solitario, pero su pasión por la música se ve eclipsada por su buena mano para los negocios y el activismo político.
Millonario tras la venta de una empresa de viajes por Internet, Geldof dirige actualmente una productora de televisión. Está en contra del euro y a favor de un justo reparto en la custodia de los hijos de parejas divorciadas. Él mismo sufrió una mala experiencia cuando su esposa y madre de sus tres hijas, Paula Yates, le abandonó por el músico Michael Hutchence. La relación terminó trágicamente con la muerte de ambos, y su hija, Tiger Lily, crece desde entonces al cuidado de San Bob.
Babelia
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