"Ahora veo en el espejo a la persona que siempre he querido ver"
Alba Romero es guardia civil, como su padre y sus cuatro hermanos y hace tres meses, tras una nueva visita al quirófano, cubrió su última etapa del proceso de cambio de sexo. "Estoy a tope", subraya con una sonrisa, "ya he alcanzado mi meta de vivir como una mujer". Alba, que nació hace 34 años en la casa cuartel de Villanueva del Arzobispo (Jaén), saltó a las primeras páginas de los medios en abril del año pasado por ser la primera transexual que hacía pública su condición en la Guardia Civil. Tras someterse a una operación para extirparse los genitales, la nuez y aumentar los pechos, el Instituto Armado le dio de baja.
Desde la infancia se sentía una niña, aunque mantuvo su apariencia masculina hasta hace dos años y medio. "No te puedes permitir que la gente crea que estás jugando al verte un día de mujer y otro de hombre", comenta. "Lo importante es no confundir a nadie y ser coherente". Una vez decidida a dar el paso, aprovechó una baja por enfermedad para iniciar la transición.
El proceso comienza con una consulta con un psiquiatra, encargado de diagnosticar el llamado trastorno de identidad de género. La etapa siguiente es la visita al endocrinólogo. "Es un proceso lento", rememora. "En mi caso fueron parches de hormonas femeninas y antiandrógenos por vía oral". Luego llegaron las intervenciones y, ya como mujer, solicitó el reingreso en su puesto. Entonces la consideraron no apta por "falta de testículos", y le concedieron una baja por incapacidad con una paga superior a su sueldo. Pero Alba reclamó seguir trabajando: "A mi no me compra nadie la dignidad". Recurrió y un examen reciente por un tribunal médico militar le ha considerado apta, por lo que espera volver pronto a la comandancia de Castellón. Espera ese día con tranquilidad y quita trascendencia a su situación: "Me limitaré a trabajar como una mujer más en la Guardia Civil y sólo espero que me respeten; con el día a día todo se irá normalizando".
Ha gastado unos 30.000 euros en el proceso, "una inversión en bienestar y felicidad". "No es sólo una evolución física, sino mental", explica. "Refuerza tu autoestima, te sientes más cómoda con tu cuerpo y al mirar al espejo ves reflejada a la persona que siempre has querido ver".

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