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Reportaje:

Los niños dicen basta

Cientos de pequeños y maestros recorren Argentina para denunciar el hambre que pervive en el país

Jorge Marirrodriga

Umberto Eco cuenta que la estadística es la ciencia según la cual si una persona come dos pollos y otra ninguno, se deduce que cada una se ha comido un pollo. Algo parecido sucede en Argentina, donde, según datos oficiales de 2004, cada habitante se come 60 kilos de carne al año y el país exporta además otras 350.000 toneladas. A pesar de ello, unos 100 niños menores de cinco años mueren cada día como consecuencia de la pobreza. Por eso cientos de niños y educadores han recorrido 4.500 kilómetros de la geografía argentina para terminar hoy en el corazón de Buenos Aires, frente a la Casa Rosada, reclamando una lucha efectiva contra el hambre.

De acuerdo con una encuesta realizada por la ONG Acción contra el Hambre, el 74% de los niños argentinos menores de 14 años viven bajo el umbral de pobreza y un 50% lo hace en la indigencia. Nueve millones y medio de niños argentinos son pobres. "Queremos atravesar las conciencias de la gente. El hambre es un crimen que debe ser erradicado sí o sí", subraya Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, impulsor de la marcha. Según Morlachetti, en el Banco Central Argentino hay unas reservas de 22.000 millones de dólares, más que suficiente para asegurar 50 dólares por mes a cada niño pobre, "con lo que se acabaría el hambre en Argentina para siempre".

En un país que históricamente ha sido uno de los mayores productores de alimentos del mundo, la existencia del hambre ha sido negada sistemáticamente por las autoridades hasta hace pocos años. Incluso durante la presidencia de Carlos Menem (1989-1999), el Gobierno argentino fue premiado por la Unicef en reconocimiento a lo que aseguraban era la protección de la infancia en el país. "La desinformación era total", subraya Morlachetti. Entonces llegó la crisis social e institucional de 2001 y el mundo, asombrado, descubrió por televisión que en Argentina se producían imágenes de niños esqueléticos mendigando comida. Fueron precisamente dos marchas similares a la de estos días las que ayudaron a difundir esas imágenes.

La marcha, en la que participan 300 niños de edades comprendidas entre los 6 y los 16 años y un centenar de educadores, partió de Tucumán (al norte del país) el pasado 20 de junio y ha atravesado lugares como La Rioja, Córdoba y Santa Fe. A la iniciativa se han adherido 36 organizaciones de diversa índole, desde Unicef a organismos internacionales de defensa de los derechos humanos o sindicatos locales. También hay adhesiones a título individual, entre las que destacan la del ex futbolista Diego Armando Maradona, el cantante Joan Manuel Serrat o el escritor Mario Benedetti.

No hace falta viajar a zonas remotas del país para ver necesidad. Cada noche en la capital argentina se puede encontrar a cientos de niños (y miles de adultos) registrando meticulosamente las bolsas de basura depositadas en las aceras antes de que pasen los camiones de recogida y rebuscando algo en ellas. Se les llama "cartoneros", pero no sólo buscan papeles o ropa, sino que aprovechan los restos de comida que encuentran. Es una escena habitual a la que se han habituado los porteños. Por ello, Jorge Rivera, presidente de Unicef Argentina, advierte de que existe el peligro de que la sociedad acabe tolerando esta situación de pobreza, al considerarlo parte del panorama cotidiano.

Los convocantes de la Marcha por la Vida advierten de que se está "arrasando" a la infancia en Argentina, lo que hace inviable la mejora del país. "Argentina se desangra en niños", destacan.

Los manifestantes, el 20 de junio, día en que comenzó la marcha en Tucumán.
Los manifestantes, el 20 de junio, día en que comenzó la marcha en Tucumán.LA NACIÓN

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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