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Bernhard Schlink narra en clave negra la reunificación alemana

"Con las novelas de Selb he intentado explicar la herencia del Tercer Reich", declara

Selb, el detective que antes fue fiscal nazi, creado por Bernhard Schlink (Bielefeld, Alemania, 1944), investiga un caso de blanqueo de dinero para la mafia rusa a través de la antigua Alemania del Este. El fin de Selb (Anagrama) es el tercer título de la serie protagonizada por el veterano detective. "Con novelas de Selb he intentado explicar a los alemanes la herencia del Tercer Reich, que es el tema de la primera (La justicia de Selb), y la reunificación", declara.

En la segunda novela (El engaño de Selb), Bernhard Schlink trata la época de terrorismo que sufrió el país, y en El fin de Selb se desarrolla después de la reunificación alemana. Selb tiene ya más de 70 años, le han hecho dos by-pass y está convencido de que éste es su último trabajo. Y así parece indicarlo el título español El fin de Selb, pero el escritor no lo tiene tan claro. El original alemán es muy ambiguo, explicó en conferencia de prensa. "Ahora mismo estoy pensando en una nueva novela de Selb".

En esta novela, Selb es requerido por un banquero para que investigue quién era el socio secreto que hizo importantes aportaciones a la banca familiar Weller & Welker, pero lo que se encuentra es muy diferente. Bertram Welker, el actual director, ha comprado la Cooperativa Sorbia de Banca, de la antigua Alemania del Este, y el detective descubre que se está blanqueando dinero para la mafia rusa. El socio secreto era alemán y aparentemente renunció a sus derechos. Su familia fue diezmada durante el nazismo, aunque queda un heredero. En ésta como en casi todas las novelas de Schlink, el pasado y la culpa están muy presentes. Por eso creó un detective que había sido fiscal nazi. "Me interesaba que encarnara esta herencia del Tercer Reich y que enlazara el pasado con el mundo nuevo que le tocó vivir".

El pasado y la culpa son también el tema de la novela fundamental de Schlink, la que le lanzó a la fama, El lector (Anagrama, 1997), que transcurre en los años cincuenta y trata de un amor imposible entre la primera y la segunda generación después del Holocausto. Un muchacho, casi un adolescente, se enamora de una mujer madura a la que lee fragmentos de Tolstói y de Goethe. Ella desaparece misteriosamente y él, años después, siendo estudiante de Derecho, durante un juicio, se entera de que fue guardiana en un campo de concentración.

"La situación cambia de generación en generación. La mía vivió lo que se ha llamado la segunda culpa. Todos nuestros maestros y profesores estuvieron involucrados en el Tercer Reich. La de mi hijo es totalmente diferente. No se sienten culpables, aunque sí son sensibles a lo que sucedió".

Selb es un tipo muy especial. Está en lucha permanente contra el olvido y para reconciliarse con su pasado. Es políticamente incorrecto. Fumaba como un carretero, aunque en El fin de Selb intenta dejarlo y esconde los cigarrillos en un archivador, pero, claro, siempre los encuentra. Tiene una novia que quiere casarse y posee un concepto muy personal de la justicia. "Al final de una historia no tiene por qué triunfar la justicia", se resigna, pero en algún caso la aplica él directamente. Schlink mezcla hábilmente los temas que aborda con la trayectoria personal de Selb.

El detective es un digno colega del inspector Kurt Wallander, del sueco Henning Mankell. Como este autor, Schlink también hace un retrato de la sociedad en que vive, aunque no fue éste su objetivo al iniciar la serie. "Siempre me ha gustado el suspense y me pareció que el género policiaco era el paso más fácil para pasar de una escritura más académica a la ficción. Puse en estas novelas todo lo que me interesaba, desde el misterio a la sociología".

Schlink es juez en Westfalia y da clases de Derecho Administrativo en la Universidad Humboldt de Berlín.

Bernhard Schlink.
Bernhard Schlink.JORDI BARRERAS
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