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Lula promete castigos "ejemplares" para los culpables de corrupción

Henrique Cardoso deja abierta la posibilidad de aspirar de nuevo a la presidencia de Brasil

Juan Arias

El ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, admitió ayer por primera vez que, ante la crisis política que amenaza con dividir el país, no descarta volver a presentar su candidatura el año próximo. Luiz Inácio Lula da Silva, que canceló sus viajes a Chile y Colombia ante la delicada situación política, admitió por su parte la existencia de la crisis y afirmó que los corruptos deberán ser seriamente castigados, "sean aliados o adversarios".

Lula extendió con un tono conciliador la mano a la oposición con estas palabras: "Convido a mis compatriotas a conversar, dando la mano a mis peores enemigos". Lula quiso también destacar que el hecho de que su Gobierno esté luchando como nadie contra la corrupción puede dar a veces la impresión de que ésta ha crecido en el país.

En un mensaje de 10 minutos difundido ayer por radios y televisiones, el presidente de Brasil calificó a la corrupción de "una pesadilla para los gobernantes y una vergüenza para el pueblo brasileño". Afirmó de manera solemne que habrá castigos "ejemplares" para quienes sean reconocidos culpables de corrupción. Lula recordó que "nunca Brasil tuvo tanta gente presa por corrupción y fraude".

Lula se prepara para llevar a su Gobierno hacia el centro, otorgando nuevos ministerios al Partido de la Social Democracia Brasileña (PMDB), lo que debilitará el Partido de los Trabajadores (PT) al sacrificar varias de sus actuales carteras. El anuncio debía haber sido hecho ya esta semana, pero la operación no es fácil para el presidente ya que el PT se siente víctima de una operación de la oposición para acabar con su imagen de partido ético. Lula es, por ahora, el único de la cúpula del partido que escapa a los actuales escándalos de corrupción, que generaron la mayor crisis política del país desde que el líder socialista asumió su mandato y obligaron a José Dirceu, mano derecha de Lula, a renunciar a su cargo.

Cardoso, que siempre negó su intención de disputar la presidencia por tercera vez, afirmó que volvería a presentar su candidatura en la hipótesis de una crisis más profunda. "Una crisis ante la que mi partido creyese que el único que podría conciliar los diversos intereses y alianzas necesarias sería yo", dijo.

El ex presidente admitió su miedo de que Brasil pueda entrar en una crisis institucional y recordó las experiencias de Alberto Fujimori en Perú, Hugo Chávez en Venezuela. Insistió en que la polarización de la sociedad podría ser semejante y tan peligrosa como la que vivió Brasil durante la dictadura de Getulio Vargas (1930-1945), cuando "hasta las fuerzas armadas estaban divididas". "El peligro es que el país se divida", dijo Cardoso, antes de añadir que no se podía "permitir que eso ocurriera".

Cardoso también se mostró preocupado por la reacción del PT porque, según dijo, "empieza a acusar a la oposición de golpismo". "El PT cree que vamos a movilizar a las fuerzas de la sociedad. Pero ¿movilizar contra quién? Son ellos los que están en el poder", declaró.

Para Cardoso lo más importante ahora es "restablecer" la confianza entre el pueblo y sus representantes. "El pueblo ya no cree. Es la madre de todas las crisis, no como la actual, sino de crisis institucionales", añadió.

Al referirse a la política macroeconómica del Gobierno Lula, Cardoso reconoció que la economía brasileña iba bien, aunque "por razones coyunturales y no por méritos del Gobierno", matizó. Cardoso concluyó con un guiño personal al presidente Lula, quien le había reprochado que vive sólo de dar conferencias. "Vamos a ver si él, cuando acabe su mandato, vuelve a la fábrica", dijo Cardoso.

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