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Fallece Jesús Moncada, cronista del Ebro

El autor de 'Camino de sirga', nacido en la mítica Mequinensa, tenía 63 años

Jesús Moncada, uno de los grandes escritores de la literatura catalana actual, falleció ayer por la tarde en Barcelona, a los 63 años de edad, víctima de un cáncer que le fue diagnosticado hace tan sólo unos meses, en octubre del pasado año. El autor de Camino de sirga, la novela en la que recreó la vida de la vieja población aragonesa de Mequinensa, sumergida bajo las aguas del pantano de Riba-roja en los años setenta, recibirá mañana una ceremonia de despedida. Posteriormente, los restos del escritor serán incinerados en el cementerio barcelonés de Montjuïc y es muy probable que las cenizas sean esparcidas en un futuro próximo por los alrededores de su tierra natal junto al Ebro, que configuró el escenario mítico de su literatura.

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Con la desaparición de Jesús Moncada, la literatura catalana pierde a uno de sus mejores escritores. Su novela Camino de sirga, publicada por primera vez en catalán en 1988, recibió los más prestigiosos premios literarios, entre ellos el Nacional de la Crítica y el de la Crítica Serra d'Or, y ha sido traducida a trece lenguas, entre ellas el castellano (Anagrama), el japonés y el inglés. Es ésta una novela coral en la que Moncada, con muy buen pulso literario, narra el mundo del río Ebro a su paso por Mequinensa, con un conjunto de personajes fellinianos y con un constante juego entre pasado y presente que abarca un amplío periodo que va desde la Primera Guerra Mundial hasta el año 1971, cuando acabaron las obras del pantano que inundaría el pueblo y que terminaría con un estilo de vida dominado por los viejos cafés, las animadas tertulias, los llaüters que navegaban por el río y los mineros que trabajaban en las minas de carbón.

Moncada, nacido en 1941 en Mequinensa, población aragonesa de habla catalana, supo convertir la antigua villa de Mequinensa en un mito literario que empezó a asomar en su primer libro de relatos, Històries de la mà esquerra, de 1981. "El río me fascinaba", ha declarado. "Era uno de los elementos cautivadores de la villa, junto con el castillo, las minas... El Ebro y el Segre (que confluyen en Mequinensa) siempre estuvieron ligados a los años de mi infancia y de mi juventud. Íbamos a pescar, a nadar, a navegar, a jugar por los llaüts (faluchos) amarrados en el muelle... A mí, de pequeño, los llaüters me parecían una gente extraordinaria. El río siempre está presente en mis libros".

En su segundo libro de relatos, El cafè de la Granota (1985), Moncada confirmó que tenía una voz literaria propia con la que debía contarse. Su visión irónica de la vieja Mequinensa, su buena mano para trazar retratos de unos originales personajes y su buen oído para el habla popular revelaban ya un gran escritor que confirmaría todas las expectativas en la multipremiada Camino de sirga.

Los años que pasó estudiando en la escuela de los Labordeta, en Zaragoza, y como estudiante de Magisterio le sirvieron de inspiración para su segunda novela, La galeria de les estàtues (1992), centrada en la capital aragonesa el 27 de noviembre de 1957, el día en que el Gobierno reconoció por primera vez que tenía problemas en la provincia africana de Ifni. "Hay lectores maliciosos", declaró con ironía Moncada, "que aseguran que 'la ínclita, católica y casi inmortal ciudad de Torrelloba' [que es elnombre que aparece en el libro] es en realidad aquella Zaragoza. No releo nunca mis libros y, por tanto, no puedo opinar".

Esta nueva novela coral volvió a confirmar el buen hacer literario de Moncada, que regresaría a su mito de Mequinensa en Memoria estremecida (1997), una novela que recreaba un suceso trágico ocurrido en la población en agosto de 1887 con un estilo tenso y un amplio despliegue de recursos literarios. Posteriormente, Moncada publicó Calaveres atònites (1999), un libro a medio camino de la fabulación y de la crónica, en el que un imaginario joven barcelonés, destinado a Mequinensa como secretario de juzgado, narra una serie de historias típicamente moncadianas.

Tras terminar sus estudios en Zaragoza, Moncada ejerció durante un corto periodo la docencia en Mequinensa, pero, impulsado por su amigo Edmon Vallès, que fue quien le animó a escribir en catalán, decidió instalarse en Barcelona en 1966, a los 24 años. Allí ejerció durante un tiempo de pintor, una vocación que alternó con su trabajo en la editorial Montaner y Simón, donde coincidió con el escritor Pere Calders, decisivo en su formación literaria. Sobre esta última época trataba precisamente la novela que estaba escribiendo y que no ha podido terminar.

Su último libro publicado, Cabòries estivals (2003), reúne las escasas colaboraciones periodísticas que realizó. Poco dado a los fastos literarios, Moncada era un escritor vocacional que sólo admitía alternar las horas que dedicaba a la creación literaria en su piso del barrio de Gràcia con algunas traducciones. Lejos de ser para minorías, la obra de Moncada gozó de un amplio favor del público y ha sido traducida a una veintena de idiomas.

El mundo político y cultural lamentó ayer la pérdida de uno de los autores más queridos de las letras en lengua catalana. El presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, que le entregó el pasado 18 de abril el Premio de las Letras Aragonesas 2004, afirmó que la muerte de Moncada significa "la pérdida de uno de los creadores más emblemáticos" de Aragón. La consejera de Cultura de la Generalitat de Cataluña, Caterina Mieras, se refirió al escritor como "un autor de referencia, uno de los más apreciados, distinguidos e indiscutidos de las letras catalanas". La alcaldesa de Mequinensa, Magdalena Godia, destacó por su parte el "calor humano" del autor de Camino de sirga.

Jesús Moncada.
Jesús Moncada.VICENS GIMÉNEZ

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