François Truffaut, un autodidacta libre y seductor
Una biografía reconstruye la cara oculta del director francés a través de su archivo
Una vida de novela en la que inspirar toda una obra cinematográfica. Antoine Baecque y Serge Toubiana escriben en el prólogo de François Truffaut (Plot) que algo de esto se desprende de la biografía del director francés. Una vida inseparable de su vocación cinematográfica, marcada por una complicada infancia y adolescencia que desembocarían en una irrefrenable pasión autodidacta por el cine y la literatura que le acompañarían hasta su muerte. "Leyendo a Sartre y a Beauvoir es como trataba de prepararse para morir, de encontrar un sentido final a su vida", recuerda su amigo Claude Givray.
Publicado originalmente en 1981 en Francia, la edición traducida de esta biografía se corresponde con la versión ampliada de 2000. En él sus autores reconstruyen un íntimo y exhaustivo retrato de
Truffaut (París, 1932-Neuilly-sur-Seine, 1984) a través de testimonios de amigos, entrevistas, cartas de amor, fichas de sus películas, fotografías, diarios y escritos procedentes de su archivo personal.
Nacido en secreto fruto de un amor juvenil, Truffaut pasó los primeros años de su vida apartado de su familia junto a un ama de cría. No sería hasta haber cumplido los tres años cuando su abuela decidió llevárselo consigo a la casa familiar. Los libros y la pantalla fueron la tabla de salvación para aquel niño que pronto se convirtió en un espectador precoz y casi obsesivo desde que viera la primera escena filmada a los siete años. "La vida era la pantalla", explicó al recordar su infancia y primera adolescencia. Esta afirmación parece que nunca le abandonó, ni siquiera durante su paso por un reformatorio y por la prisión militar. Crítico estrella desde las páginas de Cahiers du cinéma y Arts en los años cincuenta, guionista y director, Truffaut encontró en el cine algo más que un medio de expresión.
El libro se adentra en la trastienda de los rodajes y gestación de las 21 películas que realizó. Desde su impactante debut con Los 400 golpes (1959) hasta Vive dimanche!, -su último filme que estrenó en 1983, "el 10 de agosto en las grandes ciudades, cuando los críticos estén de vacaciones"-. Tardó sólo siete meses en realizar esta última película, rodada en blanco y negro, que fue protagonizada por su último gran amor, Fanny Ardant. Esta actriz cautivó al gran seductor por "su amplia boca, las peculiares entonaciones de su voz grave, sus grandes ojos negros y su rostro en forma de triángulo".
El relato de los últimos años de su vida presenta el espíritu libre y luchador del cineasta. Su apoyo público a la campaña presidencial de Mitterrand en múltiples llamamientos no le mueven sin embargo a acudir a las urnas para votar. "Yo le decía que eso no estaba bien, que si se pide el voto hay que ir a votar. Mi padre mantenía lo contrario", recuerda su hija Laura.
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