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REFERÉNDUM EUROPEO | Reacciones en Europa

La UE intenta mantener vivo el proyecto

Los Veinticinco mantienen el calendario de ratificaciones y confían en lograr un compromiso

Carlos Yárnoz

Los principales líderes europeos reconocieron ayer que el no francés a la Constitución de la UE ha supuesto un serio revés para el futuro de la Europa unificada, pero desdramatizaron el alcance de la crisis para evitar la parálisis en la Unión. Los Veinticinco mantienen el calendario para ratificar el tratado mientras confían en pactar una salida al mayor tropiezo en la reciente historia de Europa, agravado porque Francia y Alemania se sitúan hoy en bandos opuestos. Un no holandés mañana agravará al máximo el problema porque, en ese caso, Londres ya insinúa que se planteará suspender su consulta popular. La parálisis sería inevitable.

"Hace falta que mantengamos la sangre fría". En la primera reunión formal de los Veinticinco tras el cataclismo en Francia, ése fue el mensaje que ayer dirigió a sus homólogos Jean Asselborn, ministro de Exteriores de Luxemburgo, el país que preside la Unión. "La construcción europea no se ha interrumpido", declaraba Jean-Claude Juncker, el primer ministro luxemburgués. "Aunque el momento es difícil, las instituciones funcionan", repetían los portavoces del presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso. "Lo peor que puede ocurrir ahora es que los líderes entren en una especie de parálisis psicológica", alertaba Javier Solana. "No hay que hablar de crisis ni de parálisis", añadía el responsable de la Política Exterior.

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Desde las capitales, los líderes insistían en que el proceso para ratificar la Constitución debe proseguir, como está previsto, hasta noviembre de 2006, y recordaban que Francia ha dicho no, pero que otros nueve países han dicho y aún deben pronunciarse otros 15. "Un solo país no puede parar a todos los demás", declaró el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), el belga Wilfried Martens. "La batalla continúa", agregaba el jefe de los socialistas en la Eurocámara, el alemán Martin Schulz. Desde Austria, algún ministro pedía "explicaciones" a París y un grupo de eurodiputados pedía boicotear Estrasburgo como sede de la Eurocámara.

Pero no es un país cualquiera el que ha dicho no, sino Francia, país fundador de la UE y primer impulsor de ese nuevo tratado; de ahí la amenaza de hacer descarrilar el propio proyecto europeo puesto que la Constitución contiene las reglas básicas pactadas por los 25 para hacer funcionar la nueva Europa ampliada.

La solución sólo vendrá de un acuerdo previo entre Alemania, que ratificó la Constitución el viernes, y Francia. Consciente del grave problema para el motor franco-alemán, el canciller Gerhard Schröder decía ayer que lo ocurrido "no es el fin de la alianza franco-alemana", informa France Presse. Pero puede serlo en esta Europa ampliada en la que Alemania ha ganado un buen puñado de aliados en el Este que son vistos con recelo desde Francia.

Antes de ese posible pulso, los jefes de Estado y Gobierno harán su primera reflexión conjunta en la cumbre del 16 y 17 de junio en Bruselas, donde seguramente tendrán un segundo no sobre la mesa procedente de Holanda, otro de los seis países fundadores del club. Si optan por insistir en continuar el proceso de ratificación, la gestión del problema pasará a manos del británico Tony Blair, el primer ministro del país menos europeísta de un club que presidirá a partir del 1 de julio.

Blair y su ministro de Exteriores, Jack Straw, eludieron ayer las preguntas sobre la posibilidad de zafarse del incómodo referéndum británico previsto para el año que viene si al no francés se suma mañana el holandés, como auguran las encuestas. "No es necesario tomar hoy mismo la decisión", declaró Blair a la BBC desde Italia.

Si la consulta británica se anula, la temida parálisis se hará realidad. O si el euroescéptico presidente checo, Vaclav Klaus, logra lo que ayer apuntó, según Efe: "No tiene sentido continuar con la ratificación". Ayer, la Comisión recordó que los 25 suscribieron el año pasado unos "compromisos" para ratificar la Constitución por referéndum o por vía parlamentaria.

Ya herida de gravedad, la Constitución quedará muerta, en todo caso, si la rechazan más de cinco países de aquí al 1 de noviembre de 2006, la fecha fijada para su entrada en vigor. En tal caso, seguirá vigente el Tratado de Niza, aprobado a regañadientes en 2000 porque era insuficiente para gestionar una UE con 25 socios o más.

Entretanto, la Unión intenta con dificultades mantener su agenda. Será un milagro que en la cumbre del 16 y 17 se apruebe el futuro marco financiero de la Unión, que enfrenta a todos contra todos, pero especialmente a Francia y Alemania contra el Reino Unido. El comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, aseguró ayer que la crisis no afecta a la economía europea y sólo "de manera efímera" al euro porque el no francés ya fue descontado antes.

Almunia afirmó que la Unión saldrá reforzada de esta crisis, pero fue muy duro al comentar algunas causas de lo ocurrido. "Los ciudadanos nos han dicho que no admiten que las decisiones se tomen en una habitación a puerta cerrada y con un lenguaje ininteligible".

En todo caso, es la hora de "la reflexión", la palabra más usada ayer en Bruselas. Si los líderes no encuentran el camino, nadie duda de la alternativa: la Europa a varias velocidades llegará mucho antes de lo que nadie sospechaba.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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