Los editores creen que el libro de bolsillo debe aumentar lectores y crear fondos

Aumentar lectores e incrementar la lectura entre los asiduos, abrazar títulos para todos los gustos, buscar el eclecticismo en la edición son algunas de las bazas que debe jugar el libro de bolsillo en el futuro. Así, con esos retos, concluyó el Primer Seminario Internacional del Libro de Bolsillo, que se ha celebrado en la sede del Grupo Santillana en Madrid durante dos días, dirigido por Peter Mayer, ex responsable de Penguin. Libreros, editores, autores y expertos en marketing coincidieron también en que hay que cuidar mejor los productos para llamar más la atención del público.

Hay diferencias entre el mercado español y otros, pero tampoco tantas. "Nos ha gustado comprobar estos días que el libro de bolsillo en el Reino Unido, Alemania o Estados Unidos no es tan diferente al nuestro", aseguraba Victoria Chapa, directora de Punto de Lectura, el sello que ha celebrado su quinto aniversario con la organización de este primer seminario internacional, que, según Isabel de Polanco, consejera delegada del Grupo Santillana, "se repetirá cuando cumplamos 10".

Las experiencias entre los diferentes editores internacionales y los competidores nacionales se han compartido a corazón abierto, sin tapujos, generosamente, durante dos días en una mesa y un debate siempre abierto y alentado por Peter Mayer, animador del encuentro, que ha actuado como un auténtico y dinámico director de orquesta.

Ayer fue día de conclusiones y el ambiente traslucía un futuro esperanzador: "Con las inversiones y el interés que los editores están poniendo en desarrollar el mercado de bolsillo en España, en cinco o seis años estarán a nuestros niveles", afirmaba Mayer. "Hay muchas cosas que vemos hoy en su sector por las que nosotros ya hemos pasado", añadía Patrick Janson-Smith, que durante las sesiones ha aportado la experiencia británica, donde más se deben mirar los editores españoles. "Más que Francia, Italia o Alemania, es en el espejo anglosajón donde deben reflejarse los españoles", aseguraba Mayer. Las estrategias de expansión de los británicos en India, Australia o Nueva Zelanda es lo que les debe servir para expandir títulos por América Latina.

Los libros de bolsillo pueden ser fundamentales para aumentar lectores y hacer crecer las lecturas entre quienes ya tienen el hábito: "Debe ser un medio para ganar nuevos lectores y para consolidar fondos, con grandes catálogos", afirmaba Chapa. Santos Palazzi, de Booket (Planeta), coincidía en parte: "Ganar lectores es tarea de los Ruiz Zafón o los Dan Brown y los Harry Potter junto al Ministerio de Cultura. Para nosotros, el bolsillo debe servir para generar más lecturas entre quienes ya leen", añadía. A todo ello, Juan Díaz, de Debolsillo (Random House Mondadori), agregaba que el pequeño formato no debía imponerse barreras en cuanto a contenidos: "Debemos acceder a todo tipo de lectores con libros cada vez más atractivos, debemos conseguir la mayor parte de derechos para un catálogo amplio que incluya desde Ken Follett a Lobo Antunes", decía Díaz.

Para eso hay que alejarse de cualquier tentación elitista, borrar de las mentes de quienes hacen libros cualquier altivez. "Quien no entienda que los libros de bolsillo tienen que venderse hoy en día como productos de consumo es que no se ha enterado", afirmaba Mayer. "Este negocio ha perdido encanto, pero ésa es la realidad que, por otra parte, siempre ha existido. En el pasado había buenos libros, pero también libros malos, y la verdad es que mientras existan lectores que los quieran comprar, se seguirán haciendo", añadía.

No son las únicas cosas que le preocupan a Mayer estos días: "Este mercado cada vez se pone más feo, mentimos, hinchamos las cifras, pero lo peor es que lo hacemos entre nosotros mismos. Cuando hablamos con los representantes de nuestras propias casas, si queremos que coloquen 20.000 ejemplares, les decimos que 40.000, y así todo". Es la tiranía de la competitividad, algo de lo que el libro de bolsillo tampoco se escapa.

Pero los datos y las perspectivas son optimistas, aunque podrían serlo más, si cambiaran ciertas cosas. Como el aspecto de los libros, su acabado como producto. "Si los editores se esmeraran algo más, nosotros los libreros podríamos buscar mejores sitios en nuestras tiendas", decían ayer los propietarios de puntos de venta. Algunos tomaron nota, como Santos Palazzi: "Hemos llegado a fabricar ejemplares muy malos, me acuso de haber fomentado la ceguera en muchos casos, pero a partir de ahora, esto va a cambiar", afirmó.