Luis Magrinyà escribe un "pequeño canto a los errores y la irresponsabilidad"
La depresión, el consumo de drogas (legales e ilegales), la imposición de determinada idea de felicidad asociada a la estabilidad familiar, la salud y el éxito en el trabajo y en sociedad son cuestiones que aparecen en Intrusos y huéspedes (Anagrama), la segunda novela de Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960). Dividido en tres partes y narrado en forma de diario por un individuo que emerge de una depresión por medios poco convencionales, el texto es "un pequeño canto a los errores y la irresponsabilidad", afirmó ayer Magrinyà. Es, también, una novela sobre el momento del "comieron perdices", una historia que sugiere que hay otros modos de ser feliz.
Intrusos y huéspedes es "una novela experimental", añadió el autor de Los dos Luises: "Hay experimento en la forma, un experimento psicológico y un pequeño experimento con drogas".
El narrador es un hombre de mediana edad, separado y con un hijo con el que vuelve a convivir después de muchos años. Tiene un pasado como actor de éxito pero lleva tiempo alejado de la escena y se dedica a la docencia. Pasa por una depresión. Magrinyà se imagina las tres partes de la novela como si fueran "una balanza": "En un platillo está el hombre deprimido; en el otro, el hombre feliz, y en el fiel, un epílogo cambiado de sitio que enlaza una parte con la otra".
"Es una novela centrada en la posibilidad real de transformación de un individuo y de su relación con el entorno, sin las cuales no hay ninguna posibilidad de transformación social. El personaje es un héroe ilegítimo cuando empieza a escribir su diario y acaba siéndolo todavía más. Encuentra otra cosa, una situación sumamente precaria, pero él es un tipo feliz".