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Schröder teme un castigo en las elecciones de Renania-Westfalia

El SPD puede perder el bastión en el que gobierna desde hace 39 años

Ana Carbajosa

Si las encuestas aciertan, el canciller alemán, Gerhard Schröder, perderá el domingo el último baluarte de la coalición rojiverde y la mayoría para aprobar leyes en el Bundesrat (Cámara alta). Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado e industrializado del país, se halla sumido en una profunda crisis de la que los electores culpan a Berlín y a sus planes de reformas económicas, cuyos beneficios no acaban de llegar.

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Trabajo y trabajo. Fue la palabra más repetida en la noche del martes en el segundo debate en Renania del Norte-Westfalia. El candidato cristianodemócrata, Jürgen Ruttgers (CDU), abrió la sesión con una batería de cifras negativas -un millón de parados (en una población de 18 millones de habitantes, la mayor desde la II Guerra Mundial) y 110 millones de euros de déficit- para pedir el cambio tras 39 años de Gobierno socialdemócrata (SPD). Peer Steinbrück (SPD), su rival, ni siquiera se atrevió a hacer promesas: "No puedo prometer que voy a crear empleo, pero trabajaré duro para ello".

Milagrosamente, su sinceridad vende. Los sondeos posteriores al debate muestran que un 47% prefiere a Steinbrück frente al 31% que considera que Ruttgers es mejor candidato. Pero ni siquiera la popularidad del candidato socialdemócrata, en quien Schröder tiene puestas sus esperanzas, parece que vaya a evitar la debacle de la coalición rojiverde en estos comicios regionales. A pesar de un ligero repunte socialdemócrata en los últimos días, la CDU conseguiría un 43% de los votos y el SPD obtendría un 37%. Un 14% aún no sabe a quién votar, según el instituto Infratest Dimap.

Los electores tratan de manifestar su descontento con Schröder, al que consideran incapaz de hallar una salida a la crisis que vive Renania del Norte-Westfalia, el Estado que produce más del 20% del PIB de Alemania y donde se encuentran afincadas 30 de las 100 empresas más prósperas del país. El 64% de los habitantes de este land cree que una derrota del SPD sería atribuible a Berlín y no al Gobierno regional, según una encuesta del semanario Der Spiegel.

La pérdida de Renania del Norte-Westfalia influiría en las elecciones legislativas de 2006, ya que, según los analistas, estos comicios regionales son un ensayo general. "Todos sabemos que una derrota en estas elecciones sería muy grave. Hay mucha presión sobre las espaldas de Steinbrück", admite Bernd Neuendorf, portavoz del SPD en la sede de la región, en Düsseldorf. Tal vez porque los cimientos de la cancillería tiemblan, el SPD ha quemado sus últimos cartuchos permitiendo al presidente del partido, Franz Müntefering, lanzar feroces críticas contra los empresarios -a los que calificó de plaga de langostas- en busca del voto de los desencantados. Y Steinbrück, un hiperpragmático liberal, deja caer ahora ataques al capital.

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Las llamadas a una revisión del modelo económico tienen en Renania del Norte-Westfalia un objetivo claro. La reconversión industrial puesta en marcha hace 30 años en la cuenca del Ruhr ha cuajado de manera desigual. En el llamado país del carbón abundan los ejemplos de experiencias empresariales exitosas, pero también existen poblaciones enteras que aún no se han recuperado del cierre de las minas. "La globalización ha pillado con el pie cambiado al SPD, que no sabe por dónde tirar", dice Ludger Inés, presidente en Bochum del poderoso sindicato IG Metall. La deficiente adecuación a la economía global ha dejado en Renania del Norte-Westfalia una masa de parados que, de acertar las encuestas, no se conformarán con la retórica anticapitalista y pedirán explicaciones en las urnas.

Jürgen Ruttgers, candidato del CDU, durante un mitin en Wuppertal.
Jürgen Ruttgers, candidato del CDU, durante un mitin en Wuppertal.AP

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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