Los hijos del 11-S
Mujeres que estaban embarazadas en el momento del atentado pasaron a sus fetos marcadores biológicos del estrés que vivieron
No vieron los ataques suicidas contra las Torres Gemelas porque estaban en el vientre de sus madres aquel fatídico 11 de septiembre de 2001. Y tampoco entienden todavía las historias que se cuentan sobre los atentados casi cuatro años después. Pero algunos de los hijos del 11-S los sufrieron, en términos biológicos, como si los hubieran vivido. Es la conclusión de un estudio realizado por la escuela médica de la Universidad Monte Sinaí, en el que se explica que las madres embarazadas que sufrieron un estrés postraumático a causa de los atentados pasaron a sus fetos las alteraciones biológicas que provoca ese estado.
El estudio, elaborado en colaboración con la Universidad de Edimburgo, ha sido publicado en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism. Los resultados están basados en las pruebas de saliva realizadas en 2002 a un grupo de 38 madres -seleccionadas sobre un total de 187 gestantes- que vivieron el 11-S cuando estaban embarazadas y a sus hijos, que el día de los atentados todavía eran fetos.
Los bajos niveles de cortisol pueden influir en el desarrollo físico de los niños afectados
Los hijos de madres que sufrieron estrés postraumático pesaron menos al nacer
Para llegar a una conclusión, se compararon los datos de las mujeres que sufrieron episodios de estrés postraumático a causa del atentado con los de las mujeres que tuvieron síntomas menores. Los investigadores tratan de establecer una explicación biológica de cómo las madres embarazadas traspasaron al feto las alteraciones biológicas que el atentado de las Torres Gemelas provocó en su organismo.
El estudio identifica dos factores que hacen que el bebé pueda ser más sensible o vulnerable ante situaciones de estrés postraumático vividas por sus madres. Primero, el avanzado estado de gestación; segundo, el nivel de segregación materna de cortisol, la hormona del estrés.
El cortisol es una hormona esteroide que tiene entre sus funciones la regulación de la presión sanguínea y el uso que hace el cuerpo de proteínas, carbohidratos y grasas. El estrés, físico o mental, causa una caída de los niveles de cortisol. Bajos niveles de secreción de esta hormona se habían observado en personas que habían sufrido estrés postraumático durante el Holocausto, y también en sus hijos, pero era difícil distinguir si era a causa del suceso vivido por las madres o a que los hijos también sufrían estrés.
Hasta ahora, señala el estudio, los efectos "transgeneracionales del trauma se atribuían a causas no genéticas", como la exposición de los niños a los mismos factores de depresión, ansiedad o estrés que sufrían sus padres, o por la simple comunicación verbal de acontecimientos trágicos vividos. Pero en este caso, las pruebas se realizaron cuando los niños apenas tenían un año de edad.
El resultado del estudio observa bajos niveles de cortisol en los hijos de las madres que sufrieron estrés postraumático como consecuencia de los atentados del 11-S, y que también presentan bajos niveles de secreción de esa hormona.
Rachel Yehuda, investigadora jefe del proyecto, afirma que es la prueba de que los niños sufrieron el drama del evento sin vivirlo y cuando aún estaban en el vientre de sus madres. Esos bajos niveles de cortisol son aún más evidentes en los niños nacidos de madres que estaban al final de la gestación cuando ocurrió el atentado. "El examen revela un efecto significativo en los bebés nacidos de madres embarazadas en su tercer trimestre el 11-S, pero no en niños nacidos de madres que estaban en su primer o segundo trimestre de embarazo", explica Yehuda.
El examen pone además en evidencia que los niños de madres con síndrome postraumático nacieron con un peso más bajo de lo normal. El resultado de este estudio supone una evidencia, según sostiene Yehuda, de que las situaciones de estrés, depresión, ansiedad u otras experiencias traumáticas sufridas por las madres durante la gestación son transmitidas biológicamente a los niños y representan un factor de riesgo que puede marcar el desarrollo del feto en el útero o del bebé en una fase temprana de la vida.
Según Rachel Yehuda, este tipo de traumas durante el embarazo y el traspaso del marcador biológico del cortisol puede provocar problemas mentales y físicos en el niño; por eso aconseja que se tengan en cuenta como factor de riesgo tanto como los hábitos alimenticios o el consumo de alcohol o de tabaco. Sin embargo, los investigadores advierten de que para conocer con exactitud el impacto en las emociones durante el desarrollo físico del bebé es preciso seguir su evolución y evaluar las consecuencias en una edad más avanzada.
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