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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La brecha de los sexos

El índice sobre la desigualdad entre mujeres y hombres en 58 países elaborado por el Foro Económico Mundial deja a España en un vergonzoso puesto 27. Y de no ser por los buenos resultados en salud de las mujeres españolas (5º lugar), este país habría quedado aún más bajo en este ranking, pues cae en materia de remuneración laboral (45º), o de acceso a puestos de trabajo cualificados (34º), o a la educación (35º), o en poder político (27º). Los primeros son los países nórdicos, pero por delante de España hay, además de EE UU o Canadá entre otros, muchos de los nuevos miembros de la UE o incluso Costa Rica. Es una brecha que se puede y se debe cerrar cuanto antes en una sociedad que se pretende modernizada.

Más información
España es uno de los países desarrollados con mayor desigualdad entre sexos

Una de las razones que explica este pésimo resultado es la difícil conciliación entre vida laboral y familiar, a la que Rodríguez Zapatero se refirió de pasada como una de las cuestiones que abordará su Gobierno en la presente legislatura. El Partido Popular tiene el mérito de haber sido el primero en adoptar por ley durante su etapa de gobierno algunas medidas al respecto, pero aún queda mucho camino por recorrer. La incorporación de la mujer al trabajo -el 50% de mujeres en el sector público y casi el 40% en el privado- y la del hombre a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos son aún insuficientes, mientras se mantienen discriminaciones en cuando a sueldos o puestos de importancia.

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Como demuestra la encuesta difundida recientemente por el Instituto de la Mujer, una mayoría de responsables empresariales piensan que los permisos de maternidad, la reducción de jornada y las excedencias limitan el rendimiento laboral y la competitividad. Pero en la práctica va creciendo el número de empresas que toman medidas para aliviar la tensión entre trabajo y familia como el horario flexible de entrada y salida, el intercambio de turnos o el trabajo a tiempo parcial. La mayor demanda de medidas de conciliación, incluso con el riesgo que en ocasiones conlleva para el trabajador, es congruente con un modelo de organización laboral y social que ya no gira en torno al patrón clásico de trabajo exclusivamente masculino. La maternidad, el cuidado de los hijos menores y la atención a familiares mayores o minusválidos constituyen actividades que no deberían estar reñidas con el mercado laboral en una sociedad avanzada.

Es necesario ampliar las medidas legales y apoyarlas en una eficiente red de servicios públicos de atención a las personas. El anunciado sistema nacional de protección de las personas dependientes, definido por el Gobierno como el cuarto pilar del Estado del Bienestar, y la prometida creación de 450.000 plazas públicas en la red de escuelas infantiles podrían contribuir a una mayor igualdad entre hombres y mujeres.

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