La pesquisa sobre un abrigo centra la nueva novela de Puértolas
La prenda sirve de excusa para una investigación sobre la propia identidad
"De pronto, pienso en aquel abrigo que tenía mi madre, el abrigo negro de astracán, tan pesado, ¿dónde estará?, ¿quién se lo quedó?", se pregunta Mar, uno de los muchos personajes llenos de desasosiego que protagonizan la última novela de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), Historia de un abrigo (Anagrama). Las pesquisas para recuperar la prenda de ropa de la madre fallecida le sirven de excusa para emprender otra indagación más importante: el tanteo de la propia identidad, un tema clásico en la narrativa de la escritora. Los demás antihéroes de la obra cargan también con sus correspondientes viajes anímicos.
"La idea de construir una historia de historias siempre me ha fascinado, porque se corresponde con mi visión de la realidad y de la literatura", dijo Puértolas en la presentación del libro. "Se persiguen a sí mismos y comparten una idéntica atmósfera moral. Todos somos personajes de una misma historia. Las vidas a las que no nos asomamos son imprescindibles para mí", añadió.
Aunque ésta no sea su primera novela coral, la escritora nunca se había encarado con un entramado de personajes tan amplio, 14 en total. Sus peripecias aparecen esbozadas en el primer capítulo de la obra y se detallan en los siguientes. La trama parte de dos elementos narrativos, en apariencia baladíes, relacionados con Mar: el abrigo de astracán perdido y una fotografía que hizo su padre a dos niños de carácter opuesto, uno flemático y el otro orgulloso y seguro. "A partir de estos dos hilos conductores me encuentro con personajes que están en momentos clave de su vida", apuntó la novelista.
Algunos de los protagonistas del libro ya han aparecido en cierta manera en obras anteriores de Puértolas. Igual que Mar, también la escritora se sintió desamparada tras la muerte de su madre, un doloroso episodio que centraba su volumen autobiográfico Con mi madre. Y el encandilamiento de un joven por una mujer mayor que él, tras un encuentro casual en un parque, recuerda al romance de un adolescente rememorado en La señora Berg. "Me he tropezado con personajes que ya conocía, pero que están aquí con nuevas historias".
El desconocimiento entre padres e hijos, la frustración por las oportunidades perdidas, la falta de comunicación y la soledad que conlleva, el desencanto ordinario... los celos arbitrarios y los titubeos de la madurez son algunos de los temas que se encadenan en el libro.
"Quizá haya escrito esta novela por la claustrofobia de toda vida personal. Es un consuelo saber que tu historia está dentro de una historia general. La idea de cambio también me parece muy consoladora", apuntó Puértolas.
Babelia
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