Supervivientes de 18 países piden en Mauthausen que no se olvide el horror nazi
Los antiguos deportados españoles protagonizan el 60º aniversario de la liberación del campo
Decenas de supervivientes del campo de concentración de Mauthausen (Austria), acompañados de miles de personas de 18 nacionalidades, recorren estos días los lugares del horror nazi para exigir, 60 años después, que nunca se olvide. Alrededor de cada uno de ellos, con su número de registro en el brazo, su única identidad mientras eran presos, se arremolina un grupo de gente que escucha su historia, sobre todo jóvenes. Los españoles, de los que murieron 7.000 en este campo, son protagonistas de los homenajes.
Los ocho supervivientes españoles que han acudido mostraron ayer su satisfacción por la expectación que despierta su historia, después de años de silencio, sobre todo entre los jóvenes, pero también entre las autoridades, que estarán representadas hoy en el acto central por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Tanto en Mauthausen como en Ebensee o Gusen, algunos de los campos satélites del principal, se reúnen estos días miles de visitantes y decenas de deportados con sus familiares. De hecho, hoy se esperan más de 30.000 personas en el acto central. Todos llevan sus banderas y estandartes. Franceses, italianos (la comunidad más numerosa), polacos, croatas, rusos, albaneses, austriacos..., hasta 18 nacionalidades, incluidos algunos de los soldados estadounidenses que liberaron el campo, peregrinan en silencio a los restos de lo que fue su lugar de tortura. Aquí murieron unas 200.000 personas. Recorriendo con ellos lo que queda de los campos -algunos cubiertos hoy por hermosos chalés- bajo la lluvia y en un frío día de mayo, es difícil imaginar cómo se puede sobrevivir casi cinco años con inviernos a 20 bajo cero con un traje de trapo. La gran mayoría morían. Tal como narra Francisco Batiste, los nazis mataban a los rusos desnudándolos, mojándolos y dejándolos al raso toda la noche, hasta que sus cuerpos se congelaban.
La esperanza de sobrevivir era casi nula. "Vivíamos muriendo", resume Eusebi Pérez. Al llegar al campo, en varios idiomas, según explica Matías Arranz, los SS gritaban por la megafonía: "Entráis por la puerta, pero sólo saldréis por la chimenea". "Yo, al ver el humo había pensado que era de la calefacción. Nunca pude imaginar que aquí quemaran a la gente. Cada vez que paso esta puerta me viene a la cabeza ese primer día", recuerda Batiste. El entorno de Mauthausen, un lugar idílico rodeado de lagos y bosques y a pocos metros del Danubio, aumenta el impacto del horror. Muchos de estos centros de tortura, como el castillo de Hartheim, estaban a pocos metros de confortables viviendas de ciudadanos austriacos.
Carretas llenas de cadáveres
Los españoles, como recuerdan los supervivientes, la mayoría exiliados luego en Francia, estaban obsesionados, como hoy, con mantener vivo el recuerdo. "Cada tarde, cuando regresábamos con las carretas llenas de cadáveres, el comandante de Gusen, el matadero de los españoles [aquí murieron el 80% de los 7.000 asesinados], decía en alemán: '¡buen trabajo!' Pero no cedíamos. Nos dijimos que había que hacer todo lo posible para que alguno sobreviviera y contara el horror. Y lo logramos", explica Matías Arranz.
Pero no sólo hicieron eso. Las fotografías robadas a los nazis en el laboratorio por varios españoles, entre ellos Francesc Boix y Manolo García, sirvieron para condenar a algunos comandantes en el juicio de Núremberg, y aún hoy reflejan el horror padecido, que las SS fotografiaban para sus archivos y luego no pudieron ocultar. Otro español también llamado Manolo García se quedó en Mauthausen como guardés del campo, para vigilar que nadie destruyera esa memoria. Se jubiló hace pocos años y aún vive cerca, como otros españoles. Y un tal Miguel Justo, cuyo paradero se desconoce, dejó una botella con un papel dentro de un muro con el que le habían ordenado tapiar el crematorio del Castillo de Hartheim. Quería que quedara testimonio de su paso.
La presencia de Zapatero y la expectación mediática por la memoria histórica satisface a los supervivientes. "Es muy importante que venga Zapatero. Hemos pasado muchos años olvidados. Hay mucha gente que no sabe que hubo españoles en los campos nazis. Y fuimos miles, sólo por ser republicanos y porque Franco les dijo a los alemanes que no éramos españoles", se queja Emilio Caballero.
Pero lo que entusiasma de verdad a estos octogenarios (sólo este año han muerto una decena) es que en este viaje les acompañan muchos jóvenes. "Ellos mantendrán la memoria histórica. Nosotros lo hemos hecho 60 años, sin odio pero sin olvido. Ahora pasamos el testigo", explica Batiste.
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