Las mujeres quieren participar en el diseño de las ciudades
Un encuentro en Barcelona reúne a urbanistas y técnicos sociales
La mujer en casa y el hombre en la calle. Así han sido las cosas durante mucho tiempo y en función de ello se han pensado las ciudades. Pero las cosas han cambiado, aunque las casas siguen siendo iguales y los espacios públicos, el diseño de la ciudad, sigue sin tener en cuenta las necesidades de la mitad de la población. Sobre todo ello se está hablando estos días en las primeras jornadas sobre Urbanismo y género (www.urbanismeigenere.net) que se celebran en Barcelona.
Parques infantiles sin drenaje que permanecen encharcados varios días cuando ha llovido; aceras y bordillos tan altos y ocupados por todo tipo de mobiliario urbano que dificultan el paso de los cochecitos de los bebés; calles y plazas mal iluminadas que atemorizan a muchas mujeres y limitan su libertad de movimiento; escasez de servicios públicos (guarderías, centros asistenciales...) o mala ubicación de los mismos; red de transporte público insuficiente que no tiene en cuenta que la mayoría de mujeres no dispone de vehículo propio (lo que es bueno para el medio ambiente pero malo para su independencia)... La lista podría ser larga y, aunque parecen cuestiones obvias, generalmente no se tienen en cuenta a la hora de diseñar los espacios públicos, entre otras cosas porque nadie ha preguntado a los principales usuarios de estos servicios, las mujeres, cuáles son sus necesidades. Y, además, aún son minoría las profesionales arquitectas con capacidad de decisión.
"Son problemas que ahora afectan más a las mujeres, que tienen una doble carga familiar y laboral, aunque en breve afectarán a todos por igual", recuerda la arquitecta Isabela Velázquez, directora de las jornadas que hoy concluyen en Barcelona y fundadora del colectivo de Mujeres Urbanistas de Madrid. "Estamos en un proceso de transición y el reto que tenemos a corto plazo es cómo aportar soluciones desde el urbanismo".
El tema ha dado para mucho y los 300 participantes en las jornadas -que organizan la Diputación de Barcelona, el Instituto Catalán de la Mujer, el Colegio de Arquitectos de Cataluña y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona- han podido conocer la visión de arquitectas como Anna Bofill, sociólogas como María Ángeles Durán, geógrafas como Carme Miralles, antropólogas como Teresa del Valle o psicólogas como Lisa Horell, entre otras expertas nacionales e internacionales. Curiosamente, dos de los temas estrella en estas jornadas no se refieren tanto a los aspectos formales del diseño urbanístico sino a cuestiones básicas como el transporte y la seguridad.
Entre las propuestas figuran, por ejemplo, la reivindicación de la ciudad compacta con mezcla de usos; una red de transportes públicos no sólo radial (del centro a la periferia) sino también transversal y entre barrios cercanos pero incomunicados; potenciar la seguridad en calles y parques a través no tanto de la vigilancia sino mediante soluciones arquitectónicas y la instalación de diversos servicios en su entorno o un diseño de las estaciones y transbordos que incluya una mayor transparencia, así como una correcta iluminación.
Cambiar el espacio doméstico
"Lo primero que tenemos que hacer es desmontar el andamiaje mental para hacer viviendas que hemos aprendido en la universidad", explica la arquitecta Zaida Muxí, coordinadora, junto a Anna Puigjaner, del taller La casa sin género, una de las muchas actividades paralelas a las jornadas que se han celebrado y que incluyen la exposición Construir desde el interior (www.lamujer construye.org), que reúne hasta finales de abril en el Centro Francesca Bonnemaison el trabajo de tres generaciones de mujeres arquitectas en España. "No se trata tanto de crear un modelo, sino de hacer otras preguntas sobre la casa. Hemos trabajado con plantas de pisos de promociones privadas y analizado cómo pueden adecuarse a las nuevas necesidades utilizando los mismos metros". Hacer visible el trabajo doméstico proyectando espacios para guardar la plancha o el aspirador, crear pasillos más anchos para darles usos alternativos o disminuir el tamaño del dormitorio para ganarlo en la sala o la cocina son algunas de las propuestas que se reflejarán hoy en un manifiesto.
También la arquitecta Anna Bofill abordó este tema en su ponencia, en la que recordó que la vivienda actual es heredera del modelo burgués del siglo XVIII que se ha mantenido con pocos cambios. "Mucha s veces una mujer confunde el poder decorar su casa con el hecho de que su casa esté bien diseñada", indica. Y el tema no es estético. Bofill aboga por espacios más flexibles en los que no estén determinados los usos, con menos tabiques y más posibilidades de cambios. También apuesta por la utilización más activa de los espacios intermedios (vestíbulos, plazoletas entre bloques de pisos, tejados) que pueden ganarse para la vida comunitaria y, naturalmente, por una redefinición del espacio público.
Babelia
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