Una menor detalla cómo los agresores de Jokin le contaron el acoso por Internet
La madre del fallecido dice en el juicio que su hijo le confirmó la identidad de los inculpados
Durante aquella charla, la menor intentó interceder por el agredido. Incluso pidió por favor a su interlocutor que cambiase el nick o apodo que estaba utilizando para chatear, a través del cual se mofaba de la descomposición que había sufrido Jokin a principios del pasado curso. En el nick, junto al apellido de Jokin, se podía leer en mayúsculas: "Hoy ace un año ke te cagaste. Puto cagón".
Unos días antes, el 12 de septiembre, la citada menor y su interlocutor habían mantenido otra charla por la Red. En ella, el presunto agresor le contó: "Ése tiene miedo de venir con nosotros. En fiestas no le rebentamos a ostias xq estaban los amigos de su hermano". Todas las charlas mantenidas en aquella época -final del verano y principio de las clases- estaban teñidas del mismo tono. El interlocutor y sus amigos acusaban, además, a Jokin de chivato.
Lo responsabilizaban de que sus padres se hubieran enterado de un incidente acaecido durante un campamento de verano. Sin embargo, la declaración de la madre de Jokin vino a demostrar ayer que su hijo guardó en secreto las humillaciones y las palizas hasta que los moratones en su cuerpo hablaron por él. Aun entonces, el chaval calló los nombres de sus agresores. Fue su padre quien sacó a relucir la identidad de tres de ellos, y Jokin lo admitió. Más tarde llamaron del instituto Talaia para informar de que habían identificado a otros cuatro presuntos agresores. Y finalmente se supo que una alumna también podría haber participado en el acoso.
La madre de Jokin declaró ayer que su hijo terminó reconociendo que los ocho imputados le habían insultado y pegado sistemáticamente durante los tres primeros días de clase -lunes, martes y miércoles-, por lo que el jueves y el viernes decidió hacer novillos. La familia de Jokin empezó a enterarse de lo sucedido durante el fin de semana. El lunes 20 de septiembre, la dirección del instituto pidió a sus padres que no lo mandaran a clase porque querían hablar con sus agresores.
El martes por la mañana, Jokin había desaparecido. Por la tarde, un hombre que paseaba encontró su cuerpo junto a la muralla. Nada más ser levantado el cuerpo, un mensaje escrito en una libreta escolar y depositado junto a las flores ya informaba de lo que había sucedido: "Si alguien hubiera tenido el valor suficiente como para confesar todo lo que sabía quizás no hubiera sucedido nada de esto. Sabemos que tú tampoco querías marchar, pero no había otra solución; lo sabemos".
Visto para sentencia
El juicio quedó ayer visto para sentencia. El Juzgado de Menores de San Sebastián ha hecho todo lo posible por proteger la identidad de los menores, tanto de los imputados como de los testigos. Y a pesar de ello es un dato a destacar que 19 de los antiguos compañeros de Jokin han acudido a prestar declaración como testigos, aun a sabiendas que esta tarde o mañana unos y otros -inculpados y testigos- se volverán a ver. De hecho, ayer, cuando la menor terminó de contar sus charlas por Internet, el aludido habló desde el banquillo para decir que esa chica -en teoría protegida por el anonimato- hablaba desde el despecho porque había sido su novia y ya no lo era.
Todas las partes mantuvieron sus peticiones. La fiscalía acusó a los jóvenes de un delito contra la integridad y de una falta de lesiones. La acusación particular, ejercida por la familia de Jokin, considera a los ocho responsables de inducción al suicidio, maltrato habitual y lesiones psicológicas. La defensa pidió la absolución.
En la primera jornada de la vista oral, los ocho jóvenes reconocieron ante la juez que, días antes de que Jokin se suicidara, ellos lo "insultaron" y le dieron "alguna colleja".
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