Alegría y sentimiento de traición en Damasco
"Claro que estamos contentos con la retirada de Líbano", asegura A. H. Es la postura oficial del Gobierno sirio, pero A. H. es una mujer de negocios que simpatiza con la oposición. "Hace cuatro años que debíamos habernos ido. Nuestros políticos tienen que ocuparse de los problemas internos y dejar los de los vecinos", resume haciéndose eco de una opinión extendida entre los empresarios locales.
"Es bueno", coincide en señalar Yamal Yusef, que se gana la vida conduciendo un pequeño taxi por las calles de Damasco. Yamal ha subido el volumen de la radio cuando han dado la noticia de la ceremonia de despedida en Rayak, cerca de la frontera con Siria. A él no le tocó servir en Líbano durante el largo servicio militar que hacen los varones sirios, pero comparte la satisfacción de las 14.000 familias cuyos seres queridos han vuelto a casa.
"Les echábamos de menos", explica M. Y., un periodista opositor que tenía un hermano destinado en el país vecino. "No nos importa si el presidente se siente débil tras la retirada. Hemos perdido a mucha gente. Sólo en la campaña de Baabda para desalojar
[al general Michel Aun] fueron 6.000, así que tal vez sea cifra oficial la de 15.000 muertos". Para M. Y., ha sido un sacrificio inútil. "¿Qué hemos ganado?", se pregunta, "¿que el primo del presidente y otros parientes de altos cargos se hayan enriquecido?".
"Sólo entre los miembros del Partido Baaz se apoyaba la presencia en Líbano", subraya A. H., que está de acuerdo en que sólo se han beneficiado "los de siempre". Tal vez sea exagerado. Muchos sirios de a pie estaban convencidos de que se trataba de una ayuda genuina al país vecino. Sin embargo, las manifestaciones libanesas a raíz del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri han mostrado tanto el derecho a manifestarse del que carecen los sirios, como la escasa simpatía que generaba su presencia. Algunos se han sentido traicionados por los libaneses.
Sin duda, la ceremonia de Rayak pretendía desmentir la imagen de una salida forzada y por la puerta trasera. Pero los soldados no han tenido una recepción de héroes. Aunque los altos funcionarios declaren satisfacción con la retirada, hay gestos que dicen más que mil palabras. Durante el acto oficial, en la secretaría del primer ministro, la televisión estaba sintonizada en un canal libanés de vídeos musicales.
Ahora, el Gobierno sirio espera capitalizar su gesto. A media mañana, el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó a todos los embajadores acreditados en Damasco para hacerles partícipes de la carta en la que informaba al secretario general de la ONU, Kofi Annan, de la "retirada total" de Líbano, de acuerdo con la resolución 1559. En ella, Siria pide que se reconozca su papel constructivo en la pacificación del país vecino y que se actúe con la misma decisión en el caso de las resoluciones que piden la retirada israelí del Golán y de los territorios palestinos. Resulta dudoso que vaya a verse recompensada.
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