Acoso

Ya se pueden constatar en la página web de la Real Academia Española las novedades añadidas a la edición actual del Diccionario. Se trata de 2.500 enmiendas, adiciones y, también, supresiones. Entre las inclusiones se ha infiltrado una palabra intrusa de tosca factura; además de fea, tiene un morro que se lo pisa: "abrefácil". Es definida, pasmosamente, como "sistema de apertura fácil incorporado a la tapa de algunos envases herméticos". ¡Mientes, Marcelino, y tú lo sabes! Ese "sistema" falaz provoca con frecuencia accidentes domésticos y crispación en la cocina. La definición tendría que advertir: "En la mayoría de las ocasiones, el sistema es irrealizable, razón por la cual conviene tener a mano un hacha, o al menos unas tijeras".

Por fin se incluye la expresión "estar al loro", y son reconocidas oficialmente otras, como "terapia ocupacional", "reproducción asistida" o "rueda de reconocimiento". Enseguida tendrán que revisar definiciones tradicionales e incorporar nuevos conceptos en palabras que han cambiado sustancialmente de contenido, por ejemplo "matrimonio". Hay que lamentar algunas desapariciones de vocablos estrafalarios absolutamente desconocidos por el gran público, pero tentadores. Por ejemplo, el verbo "alfonsearse", que consiste en "burlarse de alguien en tono de chanza". Ahora que la palabra no existe oficialmente, puede ser el gran momento para empezar a alfonsearse de unas cuantas cosas. La definición de "acoso sexual", que ya constaba en el Diccionario, es enriquecida con alguna modificación y con la inclusión del acoso moral y el psicológico.

A propósito del acoso sexual, esta semana ha ocurrido algo que puede dar lugar a escabrosas apreciaciones en la próxima definición del Diccionario y a comentarios mudos pontificios: un cura del concejo de Llanes (Asturias) ha presentado denuncia ante la Guardia Civil contra varias feligresas, "de entre 35 y 45 años", por supuesto "acoso sexual". El alma se llena de inquietud y perplejidad ante tamaños desmanes. El Diccionario tiene la palabra.