El Parlamento griego aprueba la Constitución europea
Grecia se convirtió ayer en el sexto país de la UE en ratificar la Constitución europea, después de que ya lo hayan hecho Lituania, Hungría, Eslovenia, Italia y España, en este último caso tras el referéndum celebrado el pasado 20 de febrero. La prueba más importante llegará el próximo 29 de mayo, cuando los franceses acudan a las urnas para dar o no su aprobación al primer Tratado constitucional europeo. En las últimas semanas, las sucesivas encuestas reflejan que son mayoritarios los franceses que rechazan la Carta Magna.
Grecia eligió para ratificar la Constitución europea la vía parlamentaria, el trámite por el que han optado 15 países del club. Los parlamentarios griegos dieron su aprobación por mayoría absoluta. Otros diez países, España entre ellos, prefirieron convocar consultas populares. Se celebrará otro referéndum en Holanda el 3 de junio, otro de los países en el que los sondeos apuntan una ventaja del no. Reino Unido prevé celebrar un referéndum en otoño de 2006 y hasta el momento las encuestas también apuestan por el no.
Para la entrada en vigor de la Constitución europea, prevista para el 1 de noviembre de 2006, el texto debe ser ratificado por los 25 socios de la UE. Sin embargo, el propio Tratado señala que, si transcurridos dos años desde la firma del texto (el pasado 29 de octubre en Roma), el 80% de los países (20 de los 25) lo han ratificado y algunos otros tienen problemas para conseguirlo, los líderes europeos decidirán qué hacer.
Una posible salida a esa situación, como la eventual repetición del referéndum, sería válida para un país pequeño del club. Si el resultado fuera negativo en un segundo intento, el país afectado podría ser invitado a abandonar la UE. La hipótesis no es válida en cambio para Francia, país fundador de la Unión, principal promotor de la Constitución y líder de la construcción europea. Si los franceses dicen no, la Carta Magna quedará muerta y ni siquiera habrá posibilidades para renegociarla. Nadie ha apuntado hasta hoy un posible Plan B, pero en Berlín se insinúa que el único camino consistirá en lanzar la Europa a varias velocidades formada por núcleos diferentes de países.
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