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Los defensores de la Constitución europea se movilizan en Francia ante el avance del 'no'

Cinco sondeos consecutivos reflejan el aumento del voto negativo, que se sitúa ya en el 55%

El primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, participó anoche en un mitin a favor del a la Constitución europea, que se somete a referéndum el próximo 29 de mayo. Los socialistas, por su parte, dijeron estar dispuestos a "pasar a una velocidad superior" para reactivar su campaña mediante la distribución de seis millones de ejemplares de un folleto con los argumentos del sí. "Tenemos que admitir que llevamos retraso, pero no hay por qué inquietarse, pues hay mucha más gente por convencer que partidarios del no", dijo François Rebramen, número tres del Partido Socialista (PS).

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Si casi todas las formaciones políticas con representación parlamentaria -sólo los comunistas propugnan el no- defienden oficialmente la necesidad de respaldar la nueva Constitución, tanto los socialistas como los verdes, los conservadores de la UMP (Unión para un Movimiento Popular) o los liberales de la UDF (Unión por la Democracia Francesa) tienen dentro de sus filas diputados y dirigentes que ayudan a la progresión del no de muy distintas maneras.

En el Partido Socialista, el referéndum interno, ganado por el sí, no ha servido para acallar las voces de los disidentes. Laurent Fabius, Jean-Luc Melenchon o Henri Emmanuelli, con discreción el primero, abiertamente los otros dos, no cejan en su empeño a favor del no ante el estupor de una mayoría que no comprende para qué sirvió la consulta interna.

En la derecha, el soberanista Phillippe de Villiers capitaliza los votos negativos, el ultra Jean-Marie Le Pen hace otro tanto y los cabezas de fila de la UMP (Nicolas Sarkozy) y la UDF (François Bayrou) no dejan de esgrimir la amenaza del ingreso de Turquía en la UE para acercarse a los argumentos del no, al pesar de que dicen defender el sí.

La popularidad de Jacques Chirac y Jean-Pierre Raffarin es muy baja, y un 59% de los franceses dice no tener ninguna confianza en un primer ministro al que sólo un 4% considera como un auténtico europeísta. El dato es importante porque prueba hasta qué punto la actuación de Raffarin genera rechazo popular. Sus últimas declaraciones, acusando a las regiones gobernadas por la izquierda de propugnar "el impuesto porque tiene gusto, porque para la izquierda el impuesto tiene sabor", hacen dudar de si el primer ministro no se confunde de política.

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Cinco sondeos consecutivos han ido marcando la progresión del no, que empezó ganando con un 51% de intención de voto para alcanzar en la actualidad el 55%. Son datos que hay que relativizar, no sólo porque un 50% de los electores está indeciso, sino también porque las muestras de los sondeos son demasiado pequeñas para tener plena fiabilidad. La tendencia a aumentar del no, sin embargo, sí parece real.

Para un 45% de los franceses la victoria del no no cambiará nada y sólo un 20% estima que la negativa comportará "una crisis en Europa". Lo cierto es que los líderes políticos contemplan con mucha inquietud los sondeos. Para el principal líder socialista, François Hollande, una victoria del no supondría una desautorización y podría conllevar su dimisión del cargo de primer secretario del partido. Al presidente Jacques Chirac el resultado le debilitaría ante su eventual sucesor al frente de la derecha, es decir, Sarkozy.

Para la mayoría de los ciudadanos el no es mucho más un no al conjunto de la clase política francesa y comunitaria que a Europa. Las críticas más aceradas hacia la Constitución europea han venido de una izquierda que reclama más federalismo, más transferencia de soberanía, más democracia y transparencia en Bruselas y, sobre todo, poner fin al derecho de veto en materia fiscal, de política exterior o de derechos sociales, amén de reclamar que la representación política comunitaria esté más atenta a los ciudadanos y menos a los Estados.

La crisis social interna francesa -enseñanza, funcionarios...- exaspera a una opinión pública a la que el poder intenta manipular desde los medios de comunicación públicos. El presidente Chirac considera que hablar ahora de liberalización de los servicios, como defiende la Comisión Europea, es dar la razón a quienes critican una Unión Europea que se desentiende de la política para favorecer la lógica de un gran mercado europeo.

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