Los líderes vinculan las ayudas estatales y comunitarias al fomento de la innovación
Los Gobiernos deben poner en marcha "programas de reformas" que evaluará Bruselas
Los líderes no tiran la toalla. Pese al relativo estancamiento de la economía y a la mayor brecha tecnológica con EE UU y Japón, la UE se manifiesta dispuesta a alcanzar en 2010 los objetivos marcados en Lisboa hace cinco años de lograr el pleno empleo y ser los más competitivos del mundo. Para ello, el borrador de conclusiones del Consejo Europeo exige la reorientación de las ayudas, nacionales y europeas hacia programas que promuevan la innovación. Este principio es bien recibido por España, que podría compensar en parte en el futuro la prevista pérdida de fondos estructurales y de cohesión.
La reanudación de la llamada Estrategia de Lisboa llega en un momento crucial, ya que el próximo gran desafío de la Unión es pactar los próximos presupuestos que entrarían en vigor en 2007 y regirían hasta 2013. España está abocada a perder para entonces la práctica totalidad del Fondo de Cohesión y una parte sustancial de los fondos estructurales, de modo que los alrededor de 8.000 millones de euros anuales que percibe se quedarían al final del periodo en poco más de la mitad.
De hecho, ha sido España, junto a Italia, uno de los países que ha promovido la referencia expresa que los líderes han de suscribir. "Las perspectivas financieras para el periodo 2007-2013", dice el texto, "deberán dotar a la Unión de medios adecuados para llevar a cabo las políticas de la Unión en general y, entre éstas, las que contribuyen a la realización de las prioridades de Lisboa". Es "indispensable", dice el documento, "proceder a una reorientación de las prioridades en dirección del crecimiento y del empleo". "Los presupuestos nacionales europeos, así como las perspectivas financieras", abundó Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo, "tienen que ser reflejo de los objetivos perseguidos".
Esa reorientación de las ayudas, tanto estatales como comunitarias, deberían favorecer, según los líderes, "la investigación, la innovación y el aprovechamiento del capital humano". Al objetivo de alcanzar en 2010 una inversión en I+D del 3% del PIB a nivel europeo, la Comisión Europea ha sumado su propuesta de duplicar el presupuesto del próximo Programa Marco de Investigación (pasando de los 4.500 millones de euros anuales a los 9.000 millones), un programa que los dirigentes confían que actúe de palanca sobre los presupuestos nacionales de investigación.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, aseguraba ayer que el apoyo es general a la nueva estrategia para dinamizar la economía europea. La tarea parece urgente. Un estudio hecho público la semana pasada por la Asociación de las Cámaras Europeas de Comercio viene a demostrar que la UE lleva 20 años de retraso en los principales indicadores económicos con respecto a Estados Unidos. El nivel de empleo europeo lo alcanzó Estados Unidos en 1978, dice el estudio. El gasto europeo en I+D (1,93% del PIB) es el que registraba aquel país en 1979 y la productividad europea actual es la que había allí en 1989.
Todos los informes elaborados sobre la estrategia de Lisboa evidencian la imposibilidad de alcanzar los objetivos que se ha impuesto la propia UE para 2010 con el fin de llegar al pleno empleo, mejorar la educación, la formación permanente o la inversión en I+D (véase el cuadro adjunto). Borrell aseguraba ayer que una de las razones del fracaso es la enorme cantidad de objetivos fijados. Muchos se han ido estableciendo con posterioridad al Consejo Europeo de Lisboa de 2000. "Los avances de la estrategia de Lisboa han sido parciales", recordaba ayer el presidente de turno de la Unión, el luxemburgués Jean-Claude Juncker.
Pieza clave de este relanzamiento del proyecto es el planteamiento de los líderes de exigir a los países socios de la Unión que fijen y publiquen sus propios objetivos nacionales, ya que los pobres resultados obtenidos hasta ahora se deben fundamentalmente a la inacción de los Gobiernos tanto para fomentar la competitividad como para siquiera adoptar y cumplir la normativa que ellos mismos promueven en Bruselas. El Consejo Europeo prevé obligar a los países a establecer "programas nacionales de reforma" que a su vez se basen en las directrices marcadas por Bruselas. En otoño del próximo año, la Comisión Europea deberá presentar un primer documento de evaluación de esos programas nacionales.
Europa social
"El objetivo es reforzar la competitividad y acabar con el bajo crecimiento", manifestó Jean-Claude Juncker, que advirtió: "Esta competitividad y este crecimiento han de estar al servicio de la Europa social y el medio ambiente". La insistencia en la Europa social y el medio ambiente en esta cumbre europea es una condición exigida principalmente por París.
El medio ambiente es el gran perdedor de este proceso, si bien se mantienen los objetivos marcados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o ampliar la generación de energía a través de fuentes renovables. Lo social ha quedado algo más a salvo, aunque con exigencias genéricas sobre la cohesión social, que debe "traducirse en una prioridad clara" o en la necesidad de tomar medidas que "permitan compaginar vida profesional y vida laboral", mejorando las estructuras de acogida para los niños.
El Consejo Europeo propone, además, adoptar "nuevas formas de organización del trabajo y una mayor diversidad de los tipos de contrato que combinen mejor flexibilidad y seguridad".
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