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Reportaje:

Rouco mantiene su talante

El arzobispo de Madrid reaparece mostrando su faceta más ortodoxa tras perder ante Blázquez la presidencia de los obispos

Si la procesión iba por dentro, no lo demostró ayer Antonio María Rouco, cardenal arzobispo de Madrid: sin hurgar en su reciente derrota para la presidencia de la Conferencia Episcopal, volvió a exhibir su imagen clásica y no mencionó al nuevo presidente de los obispos, Ricardo Blázquez.

Reaparecía Rouco en un desayuno en el Fórum Europa de Nueva Economía, y cargó ortodoxamente contra la eutanasia o los condones y defendió el derecho de la Iglesia católica a estar presente en la educación. No dejó el tono político ni siquiera cuando, sobre la elección episcopal, dijo: "No hay que hacer una interpretación política".

Ante una audiencia con personajes como el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Francisco José Hernando; el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón; y el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, el arzobispo de Madrid comentó que "lo que pasó en la Conferencia Episcopal no afecta a la existencia o continuidad de la Iglesia; es algo que pasó dentro de la comunidad pastoral". Negó que hubiese habido una piña de los obispos nacionalistas: "No conozco a esos obispos bajo esa designación".

Previo a las preguntas, disertó sobre "la trilogía Iglesia-Sociedad-Comunidad política". Y posteriormente afirmó que "es imposible entender Europa sin la presencia de la Iglesia" e "inconcebible la historia de España sin esa presencia decisiva". También mencionó el derecho a la vida: "Hay que plantearlo desde la dignidad del ser humano, aunque sea más allá de lo médico o lo científico", dijo. Y no olvidó los asuntos educativos: "Quede claro que la educación no es del Estado, sino que tiene que ver con los derechos de las familias y las personas". Faltaba el Papa y sobre ello preguntaron a Rouco: "¿Para cuándo un Papa español?". Aconsejó enviar al Paraíso un "correo celestial" y "preguntar al Espíritu Santo por lo que va a pasar".

'Mar adentro'

En el coloquio respondió a cuestiones planteadas por escrito. A una pregunta que mezclaba el hospital de Leganés con Mar adentro y una alusión a la eutanasia, contestó: "La sociedad no puede marcar cómo un hombre debe morir. Si lo hace, estamos perdidos". Preguntado por el condón y el sida se remontó al año 68, "el de los movimientos de Mayo y también de la encíclica Humanae vitae, que suscitó mayúsculas discusiones" sobre temas reproductivos. "Desde entonces", dijo, "¿cuál es el resultado? Una crisis demográfica pavorosa". Antes se le había interrogado sobre "el aumento demográfico de la religión islámica", y respondió: "Me preocupa la crisis demográfica de Europa, un fenómeno del que no se quiere caer en la cuenta y que acarreará que el problema de la Seguridad Social no tenga solución". Recordó el papel de la Iglesia ante los inmigrantes: "Les recibimos a todos como si fueran hermanos. Están aquí, tienen problemas, y la Iglesia, si puede, se los resuelve".

Sobre la financiación de la Iglesia manifestó que "es una ayuda técnica, que se presta a otra mucha gente. No hay dificultad para que se extienda a otras confesiones". Había interrogadores que le daban asistencias para que encestase de mate: se le instó a hablar del "acoso del laicismo y del Gobierno del PSOE a la Iglesia". El arzobispo avisó de que "si se entiende por laicismo el recorte a la libertad de la Iglesia", eso "va contra el bien común".

Y no dejó claro si hay un nuevo talante en la cúpula episcopal: "La palabra talante es ahora muy difícil de manejar. Pero el presidente de la Conferencia tiene una tarea única, conducir, y cada uno lo hace con un estilo".

Sobre las relaciones Iglesia-Estado, se manifestó también ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Confesó en declaraciones a ETB-2 que tiene la expectativa de que estas relaciones mejorarán con el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez. "Es verdad que llevo un programa legislativo de reformas que han provocado críticas airadas por parte de la Iglesia", reconoció, pero también dijo que su posición le exige "tolerar las críticas. Es una de las esencias del poder democrático". Y "también cumplir con los compromisos electorales", algo que, aseguró, piensa hacer "respetando muchísimo la fe de cada uno. Pero la fe es de cada uno y no para imponerla a todos", concluyó.

Antonio María Rouco.
Antonio María Rouco.

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