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DIARIO DE LA CUMBRE DE MADRID | CITA EN MADRID
Columna
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Hablar de las causas

Andrés Ortega

En este país, el anterior Gobierno había silenciado todo debate sobre las causas del o de los terrorismos, algo que siempre ha extrañado a los expertos extranjeros cuando venían aquí. En septiembre de 2003, en un encuentro en Nueva York organizado por Noruega, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, consideró que el análisis de las causas del terrorismo provoca "malentendidos", porque "no existe causa alguna, no existe ideología alguna, que permita justificar la utilización de la violencia para destruir estructuras sociales y políticas de que nos hemos dotado". La Cumbre Internacional sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad ha rectificado, en Madrid, este enfoque.

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Varios grupos de trabajo se concentraron en analizar esas causas y/o "factores subyacentes" (políticos, económicos, culturales, religiosos y psicológicos) para, alejados de lugares comunes, proponer recomendaciones de actuación, "remedios políticos" que deberían pasar a la Agenda de Madrid que se presentará al término de la cumbre.

Pues los terrorismos, como todo en este mundo, no sólo producen efectos, que también hay que prevenir o combatir, sino que tiene causas, diversas. "La hidra de múltiples cabezas del terrorismo", para la coordinadora de este tema, Louise Richardson, "sólo podrá ser contenida si nos enfrentamos a sus raíces profundas".

Se corresponde con la visión del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, cuando apeló ayer a "penetrar en las oscuras mentes de los que ahora nos atacan". Hablar de causas, como recordó citando a Tito Livio el secretario de Estado de Política Exterior, Bernardino León, no significa que el terrorismo tenga "fundamentos razonables", pues "ningún crimen lo tiene".

De lo hablado ayer caben muchas conclusiones por parte de tantos expertos de primer orden, que llevan meses trabajando primero en sus respectivos bloggs y ayer en Madrid. Se pueden destacar varias. Una, que la lucha contra el terrorismo, mal planteada, puede provocar más terrorismo (y que la militarización de esta lucha podría agravar la situación). El ejemplo de Irak es patente, pero ni de Irak ni de Guantánamo se habló mucho ni, previsiblemente, se entrará en las conclusiones finales. La otra, que la lucha contra este terrorismo, el que atacó el 11-S o el 11-M o en otras ocasiones, va a durar generaciones. Para algún experto, el objetivo de eliminar totalmente el terrorismo no es el adecuado, pues el intentarlo (no el conseguirlo, pues en algunas dictaduras hay terrorismo) acabaría con nuestras democracias. Según esta visión, hay que lograr reducirlo de modo que no interfiera demasiado con nuestras vidas, y, en todo caso, no usar técnicas terroristas para acabar con el terrorismo.

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Un dato aportado por un experto es significativo: el 80% de los yihadistas salafistas globales salen de las poblaciones inmigradas a Occidente. Lo que obliga a un enfoque distinto. Por ejemplo, a potenciar un "euroislam" moderado, como lo llama Bassam Tibi. También, en un nuevo libro sobre el terrorismo suicida de próxima publicación, Robert Pape, de la Universidad de Chicago, ha llegado a la conclusión de que la presencia de tropas de EE UU en algunos países sirve para predecir la probabilidad de que surjan en ellos fenómenos terroristas; es decir, los provoca.

Los debates no cayeron en calificar de "nihilistas" estos movimientos. Por el contrario, se partió de que estos yihadistas tienen objetivos tácticos y estratégicos, incluso "cósmicos".

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