El hundimiento de la tesis de ETA
El Gobierno de Aznar forzó desde el principio una teoría que mantuvo durante las primeras 48 horas
Eran las diez de la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando el presidente del Gobierno, José María Aznar, tomó una resolución política: convocar para el día siguiente, viernes 12 de marzo, una manifestación en Madrid. Aznar resolvió el contenido de la pancarta que encabezaría el acto: "Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo". Minutos más tarde, el presidente del Gobierno informó al rey Juan Carlos; al secretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy, y al líder del Partido Socialista Obrero Español, José Luis Rodríguez Zapatero. Se lo explicó también a Jordi Pujol, quien le llamó por teléfono desde Barcelona mientras estaba reunido con los dirigentes de Convergència i Uniò. Aznar le dijo que ETA era responsable de la matanza y que convocaba una manifestación para el día siguiente. ¿Qué pruebas o indicios tenía Aznar para introducir subliminalmente, a través de la palabra Constitución en la pancarta, la presunta autoría de ETA? La respuesta es: cero. Tenía cierta idea de lo que debía ser. Y así, ante las elecciones del 14 de marzo, se decidió a definir el contenido de una movilización, que esa misma mañana del jueves 11, tras colgar con el presidente del Gobierno, Pujol calificó ante sus colegas como un "acto electoral". En ese hecho inicial de Aznar se encierra todo el drama que se desplegará en las horas y días siguientes en contra y a pesar de toda evidencia.
El ministro Acebes informó de que había en los trenes otras tres bombas-trampa que buscaban más muertes
Un alto cargo de la policía comentó: "No hay nada nuevo. El ministro del Interior sabrá por qué ha dicho que es ETA"
CAMPAÑA EN CASTELLÓN
La cautela del ministro Costa
En la mañana del 11 de marzo de 2004, el ministro de Ciencia y Tecnología, Juan Costa, se encontraba en Castellón. Era la recta final de la campaña electoral. Costa era número uno de las listas del PP por Castellón al Congreso de los Diputados.
Vicente Dalda, de 46 años, era asesor de comunicación de Costa. Él, Eduardo San Frutos, jefe de gabinete del ministro, y María Teresa Arcos, directora de gabinete de la Secretaría de Estado de Comunicaciones, acompañaban al ministro.
A primera hora de la mañana del 11 de marzo, sonó el teléfono de la habitación que ocupaba Vicente Dalda en el hotel de la cadena AC. Era su hermana, desde Madrid. Le cuenta lo que ha ocurrido. Dalda enciende la televisión. Llama por teléfono al ministro y quedan en reunirse en el vestíbulo del hotel. Allí todos miran la televisión. El ministro pide ayuda a una persona que conoce al director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso.
Debe localizarle. Dalda, que es también funcionario de policía, intenta por su lado ponerse en contacto con altos cargos de la Dirección General de la Policía, en Madrid.
Al otro lado del teléfono, López Valdivielso explica a Maite Arcos que ETA ha provocado la matanza. Costa sigue la conversación hasta que, finalmente, decide coger él mismo el auricular. Mientras el director general de la Guardia Civil le repite que se trata de un atentado de ETA, Dalda ha conseguido hablar con el subdirector general técnico de la Dirección General de Policía, Gabriel Fuentes. Las impresiones procedentes de la madrileña calle de Miguel Ángel, sede de la Policía, difieren de la que el ministro acaba de escuchar de boca de López Valdivielso.
Gabriel Fuentes acaba de explicarle a Dalda que, a esas horas, existen muchas dudas sobre la autoría del atentado. Tres cosas, según precisa, no encajan. La primera es que, contra lo que suele ser su conducta, la banda terrorista ETA no ha avisado antes del estallido de las bombas; segundo, se trata de un ataque indiscriminado cuyo objetivo central ha sido provocar el mayor número de muertes posible; y tercero, llama la atención la gran cantidad de explosivo metido en las bolsas.
El ministro, tras colgar con López Valdivielso, señala a Dalda que ETA ha provocado la matanza. Por su parte, Dalda apunta que la Dirección General de la Policía tiene muchas dudas de que se trate de la citada banda terrorista. El ministro le repite las explicaciones de López Valdivielso.
- El director de la Guardia Civil me acaba de decir que ha sido ETA. Parece que ya lo intentaron en Navidades, en la estación de Chamartín.
Dalda, a su vez, resume lo que ha recogido en la calle de Miguel Ángel:
- Ministro, es la policía quien dirige la investigación. No les cuadra que sea ETA -y enumera las tres razones esgrimidas por Gabriel Fuentes.
Los argumentos quedan en el aire. El ministro y sus colaboradores se trasladan a la sede del Ayuntamiento de Castellón, que está a un tiro de piedra del hotel. Allí ya hay mucha actividad. El alcalde en funciones, Alberto Fabra, está rodeado de varios concejales. Los miembros de la Junta de Portavoces -populares socialistas e independientes- acaban de redactar un comunicado ante la matanza. Al llegar, todos se ponen de pie para saludar al ministro. Juan Enrique Más, jefe de gabinete del alcalde titular, que ese día está fuera de la ciudad, tiene un papel en la mano y tras sentarse todos se lo extiende al ministro.
Juan Costa lee para sí mismo el comunicado. Dice así: "El Ayuntamiento de Castellón manifiesta su profunda indignación por los criminales atentados cometidos en varios puntos de Madrid, provocando la muerte de decenas de personas. La Junta de Portavoces de este Ayuntamiento, en la que están representados los tres partidos políticos de la Corporación Municipal, afirma que las acciones terroristas de ETA, por muy sangrientas que sean, no disminuirán las convicciones democráticas de nuestro pueblo ni afectarán a la estructura del Estado de las autonomías. Nuestra profunda confianza en que desde el Estado de derecho se dará la adecuada respuesta política a esta bárbara provocación de los terroristas, a la vez que respaldamos la actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado, en su trabajo de persecución y localización de los terroristas para que respondan ante la ley. Los métodos terroristas atentan contra el más elemental de los derechos humanos, el derecho a la vida, por lo que no pueden justificarse bajo ningún punto de vista".
El ministro, según explicó meses después, se dijo que mientras leía advirtió que era simplemente uno de esos comunicados clásicos de condena de un atentado de ETA. Pensó que no era fundamental en Castellón dar por hecho algo sobre lo que, según le aseguraba Vicente Dalda, la dirección de la Policía tenía sus dudas.
- No está todavía claro que se trate de ETA. No me parece necesario precipitarse en estos momentos. Basta ahora con condenar el atentado... -dijo.
- Pero ministro, ¿quién va a ser si no ETA? El lehendakari Ibarretxe ha salido hace apenas una hora para decir que se trata de ETA -repuso Juan Enrique Más.
- Nos dicen que hay dudas... Tiempo habrá para decirlo -sugirió el ministro.
Después de este contrapunto, nadie se opuso a quitar la palabra ETA del comunicado.
El párrafo quedó algo confuso: "La Junta de Portavoces de este Ayuntamiento, en la que están representados los tres partidos políticos de la Corporación Municipal, afirma que las acciones terroristas por muy sangrientas que sean, no disminuirán las convicciones democráticas de nuestro pueblo ni afectarán a la estructura del Estado de las autonomías".
¿Qué acción terrorista que no fuera la de ETA podía afectar al Estado de las autonomías, esto es, invocar la presunta independencia de Euskadi? La respuesta es obvia. Así como la pancarta pergeñada por Aznar en la cual la movilización del viernes 12 se planteaba por la defensa de la Constitución, el comunicado del Ayuntamiento de Castellón perdía su sentido sin la referencia a la autoría de ETA. Pero así se hizo.
Todos se pusieron de pie. A la una estaba previsto observar cinco minutos de silencio como respuesta a la barbarie terrorista. Jordi Sevilla estaba junto con los concejales socialistas. Vicente Dalda se le acercó para estrecharle la mano. En la plaza Mayor, el alcalde en funciones, Alberto Fabra, leyó la última versión del comunicado antes del silencio.
INVESTIGACIÓN POLICIAL
La consulta de Cotino
Poco antes de la una, en la calle de Miguel Ángel se hizo presente el ex director general de la Policía, Juan Cotino, actual consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Comunidad Valenciana. Entró al despacho de Gabriel Fuentes y tomó asiento. Según explicó, venía de la sede del PP en la calle de Génova. Cotino señaló que se trataba sin duda alguna de ETA. Fuentes dijo que las piezas no encajaban. Cotino repuso que si luego se obtenían datos diferentes, se aclararían pero que todo apuntaba a ETA. Ambos, tras un breve intercambio, bajaron a la calle para participar juntos en el acto de protesta de cinco minutos de silencio.
El ministro Juan Costa decidió regresar a Madrid en el vuelo de las dos de la tarde, marchó sin pérdida de tiempo hacia el aeropuerto y dejó su coche oficial a cargo de Dalda, quien de vuelta en el hotel se plantó frente al televisor. Serían 15 minutos después de la una. El ministro del Interior, Ángel Acebes, se disponía a informar de los hechos en una conferencia de prensa. Estaba en el palacio de La Moncloa.
LA CERTEZA DE ACEBES
"ETA buscaba una masacre"
"ETA buscaba una masacre en España, me lo han oído ustedes decir en los últimos meses y en los últimos días...", empezó Acebes. Era como si se tratara de una profecía convertida a sí misma en realidad, la del 11-M. "Pero en esta ocasión ETA ha conseguido su objetivo", prosiguió el ministro Acebes. Y atacó a quienes ponían en cuestión la autoría de ETA. "Por tanto, me parece intolerable cualquier tipo de intoxicación que vaya dirigido por parte de miserables a desviar el objetivo y los responsables de esta tragedia y este drama".
Dalda estaba sorprendido. Él acababa de persuadir al ministro Costa de que era mejor evitar la palabra ETA a la luz de lo que le habían informado en la Dirección General de la Policía. ¿Qué había ocurrido? ¿Ya se sabía quien había organizado la matanza?
Acebes prosiguió: "Los atentados han consistido en 13 explosiones: tres en Atocha, cuatro en las proximidades de la calle Téllez, una en Santa Eugenia y dos en el Pozo del Tío Raimundo. Además se ha producido otras tres explosiones controladas, porque eran bombas trampa, con temporizadores colocados con retraso buscando más muertes...".
¡Bombas trampa! La identificación con ETA no podría ser más clara. Es la práctica de ETA.
Tras la presentación inicial, Acebes abrió el turno de preguntas. La corresponsal de un medio de comunicación extranjero preguntó:
- ¿Hay posibilidad de que el atentado pueda ser obra de un grupo como Al Qaeda?
El ministro respondió:
- En estos momentos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el Ministerio del Interior no tienen ninguna duda de que el responsable es ETA. Y también estamos asistiendo a un proceso de intoxicación que ha iniciado el señor Otegi de manera miserable para desviar la atención...
Vicente Dalda no lograba salir de su asombro. Pensó, según recordó más tarde, que quizá la Dirección General de la Policía ya debía poseer los datos.
Dalda explicó a Fuentes que acababa de ver al ministro Acebes por televisión. ¿Qué estaba pasando? ¿Había datos que apuntaban a ETA?
Fuentes le informó que allí, en la Dirección General de la Policía, también acababan de ver la rueda de prensa del ministro del Interior.
Dalda insistió. Acebes decía que no existían dudas de que era ETA. ¿Se ha confirmado?
Fuentes le aseguró que no había ningún indicio nuevo. Que el ministro tenía la misma información que habían comentado por la mañana, cuando Dalda le había llamado por teléfono. Dalda insistió. Quería saber, entonces, por qué Acebes había asegurado que ETA era la autora de los atentados.
- Vicente, el sabrá por qué ha dicho lo que ha dicho...
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