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Reportaje:

La alarmante paradoja del cáncer de colon

El tumor es fácilmente 'prevenible', pero el 95% de los diagnósticos se realiza en fases avanzadas

Algo falla. Cuesta entender que la mayoría de personas con cáncer colorrectal acude al médico cuando el tumor está ya avanzado y hay poco margen de acción porque, paradójicamente, el de colon es uno de los más fáciles de prevenir. Si se indaga un poco más, los datos hacen saltar las alarmas: es el cáncer más común en España si se suman hombres y mujeres -cada año se diagnostican más de 19.000 casos y fallecen más de 11.000 personas- y hay procedimientos para tratarlo antes de que se desarrolle como tal. Se sabe que a partir de los 50 años se dispara su incidencia y, por tanto, cuándo se debería empezar a controlar. También se conoce cuál es la principal causa de que se desarrolle, y que, cogido a tiempo, el porcentaje de supervivencia es del 95%.

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Si es así ¿por qué está aumentando el número de casos y por qué el 95% de los que se diagnostican se detectan en una fase en la que no pueden ser tratados con técnicas endoscópicas, sino con cirugía? ¿Por qué son tan pobres los datos disponibles? Y lo que es más importante, ¿se está haciendo algo para enderezar esta situación?

El cáncer colorrectal se desarrolla en el colon o en el recto, que forman el intestino grueso. Es la parte final de todo el intestino, donde se extrae el agua y algún otro componente de los alimentos y donde se almacenan los desechos hasta que se expulsan por el ano. Se dice que es un cáncer prevenible porque el 90% se inicia a partir de un adenoma o pólipo, que es un tumor en la mayoría de casos benigno que crece en la pared del colon o recto y que sólo entre el 10% y el 20% de las veces se acaba convirtiendo en cáncer. Por eso, si se realizan pruebas para detectar estas lesiones cuando todavía son benignas y se extraen, se evita que derive en cáncer. De ahí la importancia del diagnóstico precoz.

Antoni Castells, coordinador de la Unidad de Cáncer Colorrectal del hospital Clínico de Barcelona y del Programa de Prevención del Cáncer de Colon de la Asociación Española de Gastroenterología, avisa: "Si este cáncer se diagnostica en su estadio más precoz, el paciente tiene más del 95% de posibilidades de supervivencia. Si afecta a las capas internas de la pared del intestino la supervivencia baja hasta el 70%-80%. Si los ganglios linfáticos están afectos, se habla de una supervivencia a los cinco años del 40%-50% y, por último, cuando aparece metástasis, la supervivencia cae al 20%-25% también a los cinco años".

En este contexto, la realidad del diagnóstico precoz en España es muy deficiente. El porcentaje de personas que se hace la prueba no llega al 10% de las que, por edad, deberían someterse a ella. "La inmensa mayoría de los cánceres se detectan en fase que requiere de cirugía y el 48% de éstos no sobreviven a los cinco años", corrobora Enrique Quintero, jefe del Servicio del Aparato Digestivo del Hospital Universitario de Canarias.

Conscientes de que existe un amplísimo margen de mejora que recorrer, los especialistas se están movilizando para que se habiliten recursos económicos y clínicos, y también para que tanto la población como los propios médicos tomen conciencia de la necesidad de prestar más atención a los síntomas y habilitar un plan unitario de actuación. Una de las iniciativas ha sido una guía de prevención en la que han participado la Asociación Española de Gastroenterología, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, el Centro Cochrane Iberoamericano y más de 40 especialistas. Su objetivo es aportar información sobre esta enfermedad y aumentar la sensibilidad del colectivo médico con relación a los síntomas.

Es sólo un primer paso porque, como aclara Castells, que ha sido uno de los coordinadores de la guía, "no se trata de discutir si hay que hacer o no prevención, sino cómo hacerla".

Una recomendación del Consejo de la Unión Europea indica que en 2007 debe haber protocolo establecido de diagnóstico precoz de cáncer de colon para toda la población mayor de 50 años. El Ministerio de Sanidad presentó en febrero de 2003 un Plan Integral contra el Cáncer, pero no incluye detalles sobre cómo llevarlo a cabo y tampoco está claro todavía quién debe pagar estos recursos.

Ángel Lanas, jefe de sección del Servicio de Gastroenterología del Hospital Clínico de Zaragoza y presidente de la Asociación Española de Gastroenterología, afirma que hay que organizar un "programa de cribado poblacional y planificarlo a partir de los recursos disponibles, introduciendo las medidas de reestructuración necesarias". "Tenemos que buscar soluciones rentables, eficaces y que no bloqueen la sanidad pública. Para ello, la Administración y los especialistas han de ir de la mano".

Los médicos de familia tienen un papel muy relevante en la aplicación de normas generales de prevención. Ellos pueden aconsejar a los pacientes sobre la forma de evitar la aparición de este tipo de tumor. Los conocimientos actuales sólo permiten recomendaciones genéricas, que incluyen un estilo de vida sano, una dieta equilibrada y no abusar de la carne roja, sobre todo quemada por el contacto directo con la parrilla.

En la prevención mediante estrategias diagnósticas existen también importantes lagunas. Al no existir estudios comparativos entre las diferentes pruebas, no hay unanimidad sobre cuál se debe realizar. Además, las pruebas endoscópicas son mal toleradas porque obligan a hacer dieta, son engorrosas y algo dolorosas.

De momento, existen iniciativas de cribado en prácticamente todas las comunidades autónomas, pero son aisladas. Francisco Javier Amador, médico de familia del centro de salud Los Ángeles de Madrid, se queja: "No recibimos iniciativas desde Salud. Lo que hacemos es a título personal". Y recuerda que son los médicos de familia los que deben disponer de las pruebas diagnósticas por su papel privilegiado en la detección precoz de la enfermedad. Aunque hay varios tipos de pruebas disponibles, tres son las que se realizan con más frecuencia. La más resolutiva y sensible, pero también la más cara, es la colonoscopia. Se recomienda hacerla cada 10 años a partir de los 50, pero su coste y disponibilidad impiden que se generalice. Por eso se aplican otras técnicas.

La más económica y extendida es la detección de sangre oculta en heces, que se recomienda hacer cada año. En ella se examinan las heces del paciente con un reactivo que detecta si hay sangre. El inconveniente es que no precisa el origen de ésta -puede proceder de otros problemas, como hemorroides, o incluso de la carne ingerida- y presenta muchos falsos positivos. De hecho, sólo 1 de cada 10 positivos en esta prueba será debido a un cáncer. Con todo, su aplicación disminuye la mortalidad el 33%.

La sigmoidoscopia es algo más invasiva y está poco introducida. En su contra tiene que sólo llega a explorar unos 60 centímetros de colon, aunque es el segmento en el que se localizan el 60% de los pólipos. Podría realizarse en el centro de atención primaria por personal de enfermería y sin sedación, pero como en el caso de la sangre oculta en heces, si el resultado es positivo, debe realizarse una colonoscopia de confirmación.

Una prueba prometedora

De todos los estudios e iniciativas que se están realizando para encontrar una prueba diagnóstica del cáncer colorrectal que sea aplicable a toda la población de riesgo medio -toda la población a partir de los 50 años- y que pueda soportar el sistema sanitario, destaca el que se está realizando en Tenerife con Adolfo Parra y Enrique Quintero al frente, ambos del hospital Universitario de Canarias. Estos especialistas están evaluando la eficacia de un test inmunológico para la detección de sangre oculta en heces, que tiene la ventaja de detectar específicamente la sangre humana, con lo que "evita los falsos positivos que tiene el test químico clásico", explica Quintero.

Si el test químico reduce alrededor del 30% la mortalidad por cáncer colorrectal, el inmunológico podría llegar a cifras próximas al 60%, según estudios realizados en Japón, donde tienen una gran experiencia en el uso de este método.

El ensayo de Tenerife, que se realiza en el hospital Universitario de Canarias, consiste en aplicar a la vez ambos tests -el químico y el inmunológico- a personas de entre 50 y 75 años aparentemente sanas o sin síntomas con el fin de comparar la sensibilidad de ambos. Desde que se inició hasta noviembre de 2004 se habían realizado a 1.223 personas al azar. Con el test inmunológico se han detectado el 82% de adenomas avanzados (27 de los 33), mientras que con el químico sólo el 33% (11 de 33). Es decir, el primero ha detectado la mayoría de adenomas avanzados y todos los cánceres.

Si a estos buenos resultados se suma su bajo precio, unos tres euros por prueba, se comprende el entusiasmo que está generando este ensayo. Aunque todavía es pronto para sacar conclusiones definitivas, el estudio continúa y es probable que el futuro del cribado del cáncer colorrectal pase por esta sencilla e inocua prueba.

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