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Un estudio muestra la falta de investigación en tratamientos para adultos con TDAH

El trabajo encuentra ventajas de los psicoestimulantes frente a las terapias no farmacológicas ante esta dolencia que recibe más atención en la etapa infantil

Concerta es uno de los medicamentos más utilizados para el TDAH en niños, pero no está indicado para adultos por falta de estudios
Concerta es uno de los medicamentos más utilizados para el TDAH en niños, pero no está indicado para adultos por falta de estudiosNurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es la alteración del neurodesarrollo más común que existe. Esta disfunción en el desarrollo cerebral se manifiesta en problemas con la tendencia a distraerse, o la impulsividad, que dificultan la vida a quien la sufre. Entre los niños, se estima que el 5% lo padecen y alrededor de la mitad de ellos siguen haciéndolo cuando son adultos. Uno de los tratamientos más habituales son los estimulantes, como las anfetaminas o el metilfenidato. Aunque muchos adultos siguen recibiendo los tratamientos que les funcionaban cuando eran niños o adolescentes, la falta de inversión en ensayos específicos para mayores hace que muchas de sus recetas se hagan fuera de indicación.

El metilfenidato, que es uno de los fármacos más útiles para el TDAH en niños, no está aprobado para el mismo trastorno en adultos. “Te encuentras casos en los que un estudiante de la ESO, cuando pasa a la universidad, no podría recibir el mismo tratamiento”, señala Narcís Cardoner, director del servicio de psiquiatría del Hospital de Sant Pau, en Barcelona. “Sería absurdo, y se utilizan los mismos fármacos fuera de indicación, pero con la evidencia de que funciona en la edad infantojuvenil”, añade. La falta de ensayos clínicos para probar esos medicamentos en adultos para una enfermedad que se considera de niños hace que haya muy pocos fármacos indicados para el TDAH de mayores.

Hoy, la revista The Lancet Psychiatry publica un análisis de 113 estudios que suman 14.800 participantes que trata de compensar esa falta de evidencia sobre el TDAH en adultos. Un equipo liderado por Edoardo G. Ostinelli, del laboratorio de psiquiatría de precisión de la Universidad de Oxford, comparó los efectos de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para tratar de entender qué funciona mejor frente al TDAH. El trabajo concluye que, a corto plazo, los estimulantes y la atomoxetina, un fármaco que incrementa la concentración y la impulsividad aumentando los niveles de noradrenalina en el cerebro, son las únicas intervenciones que, según las evaluaciones de médicos y pacientes, reducen los síntomas del TDAH. La anomoxetina, no obstante, fue peor tolerada y muchos pacientes abandonaron su uso por problemas como un incremento de la tensión o el ritmo cardiaco, dolores de cabeza o problemas para dormir.

Entre los tratamientos sin fármacos, se evaluaron terapias como la cognitiva conductual, el mindfulness o la estimulación transcraneal por corriente directa, un procedimiento que estimula el cerebro aplicando una corriente suave sobre el cuero cabelludo. Algunos de estos métodos mostraron cierta eficacia, pero solo desde el punto de vista de los médicos. Cuando eran los propios afectados los que evaluaban sus síntomas no se registraron mejoras.

Los autores del estudio consideran que estos resultados son “la mejor base de evidencia disponible hasta la fecha para informar futuras guías que consideren los beneficios y los daños de las intervenciones disponibles para el TDAH en adultos”. Sin embargo, en el estudio también se recoge que, aunque los estimulantes mejoraron los síntomas principales del TDAH, como la impulsividad o la dificultad para concentrarse, y otros efectos del trastorno, como los problemas para controlar las emociones, no se vieron efectos significativos en aspectos más generales, como la calidad de vida. Además, señalan que falta información sobre los efectos a largo plazo de los medicamentos, un efecto más del poco interés económico que despierta esta enfermedad. Los ensayos suelen centrarse en el corto plazo, hasta 6 meses, ya que los estudios a largo plazo son costosos y complejos.

Pese a la amplitud del estudio, las reacciones de los profesionales y la propia complejidad del tratamiento de muchas dolencias psiquiátricas, sugieren que falta mucho trabajo para alcanzar un consenso en la forma de tratar a los adultos con TDAH. David Coghill, de la Universidad de Melbourne, reconoce en un artículo que se publica también en The Lancet Psychiatry, que hace falta guías basadas en la evidencia, pero plantea las dificultades para comparar las ventajas de los tratamientos con fármacos frente a los que no los usan y enfatiza la dificultad para interpretar los datos de este tipo de estudios.

Ashley Bush, investigadora en Psiquiatría y Neurociencia en la misma universidad de Coghill, dice en declaraciones a SMC Australia, que, aunque las intervenciones no farmacológicas, como los tratamientos psicológicos o la neuroestimulación, no aliviaron los síntomas principales del TDAH, “es importante señalar que, en la práctica clínica, se tratan más que los síntomas principales [porque] el TDAH se complica con varios trastornos psiquiátricos, como la ansiedad y la depresión”. Estos trastornos, a diferencia del TDAH, “tiene sentido que no respondan de manera robusta a los psicoestimulantes”, añade. “Estos hallazgos refuerzan la importancia del tratamiento con psicoestimulantes para el TDAH, con un impacto dentro de las 12 semanas, pero no descartan que las intervenciones no farmacológicas puedan tener valor para tratar las complicaciones de este trastorno prevalente”, concluye.

Cardoner coincide en que, “aunque la evidencia sobre el uso de psicoterapia o neuroestimulación es menor, porque es muy difícil diseñar los ensayos, eso no descarta su utilidad y se deberá seguir poniendo a prueba”. Sobre el uso de fármacos como los estimulantes en adultos, el especialista afirma que no se basan tanto en la experiencia científica, porque a veces no existen grandes ensayos para esa población. “Nos apoyamos en la experiencia y en que vemos beneficios con un riesgo muy bajo”, explica. “Hay medidas indirectas que muestran que el uso de psicoestimulantes en adultos reduce el consumo de sustancias o los accidentes, que son un riesgo importante en estos pacientes”, concluye.

Andrea Cipriani, directora del Laboratorio de Psiquiatría de Precisión de Oxford y coautora del estudio, incide en la escasez “de pruebas de la eficacia de los tratamientos a largo plazo, en particular de las opciones no farmacológicas” y considera vital explorar opciones sostenibles de tratamientos que se preocupen de mejorar el bienestar general de los adultos con TDAH.

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