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Reportaje:

Algo más que un encierro

La protesta de sesenta profesores excluidos por no tener perfil lingüístico coloca en una delicada situación a Educación

El libro Ostegunak (Los jueves), todo un clásico para los que acuden a los euskaltegis a aprender euskera, y un buen número de fotocopias con los etxeko lanak (deberes) descansan en una de las butacas del salón de actos del Instituto Bertendona de Bilbao, ocupado desde hace trece días por un grupo de sesenta profesores interinos, que reclaman que se les devuelva la estabilidad perdida por no haber podido acreditar en plazo el perfil lingüístico requerido. Pero estos docentes, la mayoría con más de 40 años de edad y 15 de trabajo en la enseñanza pública, puntualizan que dificultad para aprender no significa rechazo al euskera. De hecho, si han establecido turnos en el encierro es porque no pueden, ni quieren, dejar de ir a su euskaltegi.

El eco que ha tenido su acción ha sorprendido a sus protagonistas. " Para mí está siendo lo más positivo", señala Begoña, una de las profesoras encerradas. Es probable que la sorpresa sea compartida por el Departamento de Educación, que ha visto cómo la protesta, lejos de resolverse, ha cogido vuelo en un momento tan sensible como el preelectoral. La consejera Anjeles Iztueta (EA) mantiene inamovible su postura de que la decisión tomada se debe a "criterios de estricta legalidad" y que la responsabilidad corresponde a los sindicatos ELA, LAB y STEE, firmantes del acuerdo que dio paso al decreto que sancionó la pérdida de estabilidad de los sesenta docentes encerrados y de otros 97 compañeros en idéntica situación.

El respaldo activo de PSE, PP y de los sindicatos CC OO -mayoritario en el sector de la enseñanza- y UGT, amén de otros colectivos sociales y personas individuales, se daba por descontado. Lo que quizá no entraba en los planes de la consejería han sido las recomendaciones del Ararteko a favor de la búsqueda de una solución que no perjudique a los docentes y el rechazo de dos de las tres centrales firmantes, ELA y STEE-EILAS, a asumir la responsabilidad que les atribuye Iztueta en las medidas adoptadas.

La presencia, hasta el miércoles pasado de una patrulla de la Ertzaintza a las puertas del salón de actos, con una orden de desalojo que no se ha cumplido, ha provocado airadas protestas de la asociación de padres del instituto y la indignación de los encerrados. "Esto ha sido lo peor. Somos gente de paz y en ningún momento hemos entorpecido el trabajo normal del instituto. Si se debía celebrar algún acto en el salón, hemos salido a esperar fuera", afirma Conchi, otra de las docentes afectadas.

Los profesores aseguran que no van a cejar en sus reivindicaciones. "Pensaban que íbamos a estar sólo un día, pero nuestra idea es seguir adelante", hasta que alguien, la consejera o el lehendakari, les reciba, anuncia Conchi ante la mirada de Carlos Manuel. Este profesor costarricense, pese a llevar 20 años trabajando en el País Vasco, no acaba de comprender por qué se hallan en esta situación. "Cuando salgo fuera y trato de explicarlo, la gente no lo entiende", asegura. Tampoco comprende la tibieza de los apoyos de los compañeros de profesión.

Conchi, por ejemplo, no oculta que han recibido más ayuda de la asociación de padres que de los profesores del instituto. Aunque también docentes con perfil lingüístico les han visitado, e incluso alguno ha hecho noche con los encerrado, la reacción no es unánime, y en ella aflora la división política que se vive en Euskadi. "Se ha pasado por los claustros de los institutos hojas para obtener firmas de adhesión y, pese a que no está yendo mal, creo que su número aumentaría si hubiese algo que tapara los nombres", aventura Conchi.

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