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Reportaje:

El enemigo invisible

EE UU reorganiza su estrategia antiterrorista y se prepara para luchar contra las nuevas amenazas

"Pronosticamos, de aquí al año 2020, una sensación de inseguridad más generalizada". Eso es lo que dice el último informe del Consejo Nacional de Inteligencia, un centro de elaboración y análisis estratégicos que proporciona a la CIA evaluaciones sobre los desafíos del futuro, y que añade: "Los factores clave que han engendrado el terrorismo internacional no muestran señales de amainar en los próximos 15 años".

Después de los atentados del 11-S, EE UU está reorganizando su seguridad interior y exterior y reformando los servicios de inteligencia, que han ido de fracaso en fracaso. Pero George W. Bush, que no mencionó la palabra "terrorismo" en su toma de posesión, también pasa por un proceso de reajuste político: de ser un "presidente de guerra" -la fórmula con la que invadió Afganistán e Irak y ganó las elecciones- a ampliar el espectro y lanzar iniciativas como la reforma de las pensiones, la fiscalidad y la justicia. Para los que creen que ha bajado la guardia, Bush dijo, en la toma de posesión del nuevo zar de la seguridad interior, Michael Chertoff: "No podemos permitirnos el lujo de la complacencia"; neutralizar a Osama bin Laden es "el desafío mayor de nuestra era". Ayer, en su mensaje radiofónico, amplió su visión sobre la batalla contra el enemigo invisible: "EE UU, Europa y nuestros aliados árabes debemos mantener la ardua tarea de derrotar al terrorismo y apoyar las reformas democráticas".

Un centro que asesora a la CIA augura que la sensación de inseguridad crecerá en el futuro

¿Qué ha aprendido EE UU sobre la lucha contra el terrorismo? "Creo que lo que hemos aprendido de grupos como Al Qaeda es su sofisticación, desde un punto de vista estratégico", dice Jacob Shapiro, del Centro de Seguridad Internacional y Cooperación de la Universidad de Stanford, que alude al documento aparecido en una página web de un grupo del entorno de Al Qaeda en el que, un año antes del atentado de Madrid, se decía que las elecciones españolas eran un excelente objetivo político: "Está aún por probarse que haya un vínculo directo entre el atentado y ese documento; lo importante es que estaba escrito en el estilo propio de los análisis políticos académicos. El objetivo principal de salafistas y yihadistas del entorno de Al Qaeda no es matar gente; su objetivo es político, tienen metas políticas claramente articuladas".

Bush también ha aprendido seguramente a evaluar la dimensión del problema: "La supervivencia de la libertad en nuestra tierra cada vez depende más del éxito de la libertad en otras tierras. La mejor esperanza de paz en el mundo es la expansión de la libertad". Por tanto, EE UU "respaldará el crecimiento de movimientos e instituciones democráticas en todos los países". El objetivo final es "acabar con la tiranía", aunque "ésta no es una tarea que se pueda llevar a cabo con las armas".

Si esto es así, y si la Estrategia Nacional contra el Terrorismo concluye que esa guerra "no es un choque de civilizaciones, sino un choque entre la civilización y los que quieren destruirla", ¿cómo se lucha contra los terroristas? Además de que funcione la "expansión de la libertad" que Bush ya celebra en Líbano, Irak, Afganistán, Palestina y Ucrania, está la localización y desarticulación de los grupos organizados. Según el informe del Consejo de Inteligencia, la lucha antiterrorista "será un desafío mucho más escurridizo que combatir contra una organización relativamente centralizada como Al Qaeda". De aquí al 2020, "a Al Qaeda le habrán sustituido otros grupos islámicos extremistas semejantes". En los posibles panoramas, el Consejo ve uno optimista -la cooperación entre Europa y EE UU- pero no descarta otros, como la explosión de las rivalidades entre la UE, EE UU, Rusia y China. La mejor estrategia antiterrorista será la que "enfoque el problema sobre frentes múltiples" y estimule el desarrollo de sistemas políticos y económicos más abiertos en los países musulmanes, al tiempo que refuerza la cooperación policial y militar entre los aliados y la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva.

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Como señaló esta semana el senador Richard Lugar en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, "en el futuro previsible, los países de la OTAN se enfrentarán a la amenaza existencial formada por la intersección del terrorismo y las armas de destrucción masiva". ¿La amenaza terrorista será igual, más grave o menos que la actual? "Es imposible decirlo", cree Shapiro, que, en todo caso, señala: "Estratégicamente, hemos cometido un error muy grande al invadir Irak. No necesariamente porque la invasión fuera errónea, sino porque se ha llevado a cabo tan mal que se ha creado una situación similar a la de Afganistán cuando la ocupación soviética, que permitió establecer lazos personales entre los actuales militantes de Al Qaeda. Lo que Irak ha hecho ha sido unir a los componentes de los movimientos salafistas y yihadistas. Por tanto, lo que sí se puede afirmar es que en los próximos 15 o 20 años, la gente que se una a estos grupos habrá tenido esa experiencia, que es lo que hace posible que funcionen".

Este investigador de redes terroristas no cree que sea tan sencillo el acceso de los grupos a las armas de destrucción masiva, y no le parece probable que haya nuevos atentados como el del 11-S, "porque, al final, ha sido muy contraproducente para Al Qaeda: quedarse sin su santuario en Afganistán, con sus redes de financiación hostigadas, con las bajas que han tenido...". "[En cambio] lo que yo sí creo que vamos a ver es más atentados seleccionados de forma inteligente, como el de Madrid; vamos a ver cómo estos grupos seleccionarán objetivos muy intencionados que se aprovecharán de las circunstancias del lugar en el que se producen".

Un agente de seguridad patrulla en la estación Grand Central de Nueva York.
Un agente de seguridad patrulla en la estación Grand Central de Nueva York.ASSOCIATED PRESS

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