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55º FESTIVAL DE BERLÍN

'Sin destino', de Lajos Koltai, programada a última hora, se convierte en favorita

Wes Anderson presenta 'La vida acuática con Steve Zissou', con Murray, Huston y Blanchett

No sería extraño que entre los premios que se harán públicos el próximo sábado apareciera Sin destino (Fateless), la película húngara programada a última hora como sustituta de la norteamericana Heights, que había sido presentada en el Festival de Sundance. La dura historia del adolescente confinado en campos de concentración y reintegrado tras la guerra a una vida cotidiana donde parece haberse olvidado la tragedia sigue recibiendo elogios a medida que el resto de la programación a concurso de la Berlinale pierde peso día tras día.

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En ciertos corrillos, Sin destino está siendo perdonada por ese preciosismo visual, que puede incluso irritar al no ser el adecuado para una historia semejante: hasta los campos de concentración son bonitos. No en vano el director novel Lajos Koltai tiene tras de sí una amplia y rica experiencia como director de fotografía. Mejora Fateless a medida que la programación a concurso va de decepción en decepción, sin que en ocasiones se llegue a entender qué hace tal o cual película en un festival como el de Berlín.

Por ejemplo, La vida acuática con Steve Zissou, nueva entrega de las gamberradas a que nos tiene acostumbrados Wes Anderson (Ladrón que roba a ladrón; Los Tenembaus, una familia de genios), astracanadas de humor grueso, bromas infantiloides, que aunque tengan su propio público en las salas comerciales, no suelen ser pasto de festivales.

En esta vida acuática que cuenta Anderson parece satirizar al profesor Cousteau, pero es difícil creer que las tonterías que le suceden al oceanófrago de la película (Bill Murray, como siempre divertido) y a los personajes que interpretan Willem Defoe, Anjelica Huston, Cate Blanchett, Jeff Goldblum u Owen Wilson puedan tener alguna semejanza con las aventuras de Cousteau por disparatadas que éstas hubieran sido. La cuestión, sin embargo, no es si se refieren o no a este científico de la tele, a Moby Dick o a cualquier otra figura, sino que en este festival pierden su hipotética gracia.

De la gota que colma la paciencia se encargó ayer la francesa Las palabras azules, de Alain Corneau, que dejó petrificada a la audiencia. Por primera vez tras una proyección, ni pitos ni aplausos: simple estupor. Las intenciones de Corneau resultaron impenetrables: esa madre (hierática Sylvie Testud) que ha decidido no aprender a leer tras que su abuela enfermara de muerte mientras leía ("las palabras matan"); esa hija de seis años que ha decidido no hablar en la vida y que prefiere estudiar en un colegio para sordomudos, o ese profesor (Sergi López) que arrastra sus propios silencios son personajes misteriosos, de conductas bizarras, que no calan, aunque tantos mutismos conduzcan a un final feliz, de amor entre los tres.

Sexo y sandías

Pero, puestos a rarezas, la últimadel día, franco-taiwanesa, se llevó la palma. El director Tsai Ming-Liang, repetidas veces premiado en este festival o en los de Cannes, Chicago, Manila..., y recientemente homenajeado en el festival de Gijón, tiene seguidores que lo sabrán comprender. Su última película, La nube errante, desarrollada en una ciudad sin agua, habla de sexo (la sandía, al parecer, es algo conveniente para disfrutarlo mejor), de soledades y de aburrimientos. Tan pronto se transforma en un musical disparatado no exento de humor como en una película porno (con el debido cuidado asiático de no mostrar genitales), pasando por secuencias de barba y muy señor mío, que motivaron espantadas. La nube errante forma parte de un estilo cinematográfico que provoca extremos: minoritarios apasionamientos o indiferencias masivas. Para el jurado es más difícil cada día. Lo que tiene su morbillo.

Anjelica Huston (a la izquierda) y Cate Blanchett, ayer en la Berlinale.
Anjelica Huston (a la izquierda) y Cate Blanchett, ayer en la Berlinale.ASSOCIATED PRESS
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