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La Fundación La Caixa exhibe las últimas compras de su colección

Un espacio de luz de James Turrell, Rayzor (1982), que incorpora la luz natural que se filtra por la ventana situada justo detrás de una gran pantalla en cuyos extremos el artista ha situado fluorescentes azules, es la gran excepción de la nueva presentación que ayer se inauguró en Caixafòrum de Barcelona de la colección de la Fundación La Caixa. La de Turrell es la única obra que no se ha adquirido en estos últimos años, pero la importancia de esta pieza, que no se había mostrado en el marco de la colección hasta ahora, justifica la presentación. De hecho, la exposición, abierta hasta el 1 de mayo, conmemora los veinte años de esta importante colección, que desde 1985 ha reunido ya unas 950 obras, 50 de las cuales se han adquirido en los últimos dos años con un presupuesto de unos tres millones de euros. La Caixa, que a mediados de 2006 abrirá su nuevo centro cultural en Madrid, ha decidido dedicar mayor atención a los programas sociales y ha anunciado que realiza una pausa temporal de compras para la colección.

En Caixafòrum se exhiben en esta ocasión sólo once obras, seleccionadas por Nimfa Bisbe, responsable de la colección. Además de la bella y poética pieza de Turrell, se presenta también la obra Rheinmetal/Victoria 8 (2003), del canadiense Rodney Graham, que parece querer reflejar la belleza del paso del tiempo a través de dos objetos industriales obsoletos, uno virtual (un filme que refleja una vieja máquina de escribir alemana que lentamente se va quedando cubierta de polvo) y otro real (el proyector italiano de los años 50 que ocupa todo el centro de la sala). También el cine es el protagonista de una pieza del británico Douglas Gordon, que utiliza, desdoblándola, el filme Whirlpool, de Otto Preminger, y, en cierta manera, de la obra del francés Xavier Vielhan, que consigue mostrar un cortometraje a través de un juego de bombillas.

La instalación Volando (2003), de Eulàlia Valldossera; Petite (2001), de Dominique González-Foerster; Re/trato (2003), de Óscar Muñoz, y Volátil (1980-1994), de Cildo Mireles, completan el grueso de las instalaciones. También se exhiben conjuntos fotográficos de Roni Horn y de Gillian Waring, y una pieza escultórica en lycra y poliestireno de Ernesto Neto.

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