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ARCO 2005
Columna
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El arte digital consolida su presencia

El arte digital también se vende. No sólo fotografías y vídeos realizados con técnicas digitales, lo cual forma parte del normal desarrollo del medio, sino también las obras que utilizan las nuevas tecnologías de una forma creativa e innovadora, buscando en ellas nuevos significados e inéditas formas de percepción. Los artistas han superado el escollo de la obra inmaterial, hecha sólo de código informático, proporcionando a sus piezas un contexto objetual o instalativo que las hace más apetecibles para el mercado del arte. Lo demuestra Bitforms, galería de Nueva York especializada en new media art (en su más amplia acepción de arte realizado con nuevos medios), que ha vendido numerosas obras, entre ellas la escultura reactiva Wooden Mirror, de Daniel Rozin, y Stitch, de Lincoln Schatz, un vídeo que incorpora la grabación del espectador en la composición, a la Fundación Sorigué de Lérida. La galería OMR de Ciudad de México, que ya el año pasado vendió obra de Rafael Lozano-Hemmer, repite el éxito con dos ejemplares de Tensión superficial, un ojo humano que persigue al visitante desde una pantalla de plasma.

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Otra novedad en el ámbito del arte digital ha sido la sección comisariada Black Box@Arco, que reúne 16 galerías seleccionadas por seis comisarios. Desgraciadamente, la caja negra no goza del mismo tratamiento espacial de otras secciones, de modo que las propuestas han tenido que instalarse en angostos cubículos sobre dos niveles. Esto ha hecho que determinadas piezas interactivas, como Glorias de la contabilidad, de Lozano-Hemmer, no funcionen como es debido. Entre los numerosos vídeos, un medio que ha ido introduciendo de forma paulatina las nuevas técnicas digitales, destacan dos obras del turco Haluk Akakçe presentadas por la joven galería barcelonesa Noguera y Blanchard. Ha sido un vídeo expuesto en Black Box, el ganador del Premio de la Comunidad de Madrid, concedido a Thomas Köner por su proyección ralentizada de la vida cotidiana en las calles de Kabul, que ya se hizo con el Golden Nica de Ars Electronica, el premio más prestigioso en el ámbito del arte electrónico. La Galería Metropolitana de Barcelona propone una nueva forma de visualizar los vídeos (en este caso, de Bigas Luna), mediante un prototipo de pantalla dotada de un software que permite al espectador detener la imagen y mantenerla así durante el tiempo que desee. De la Metropolitana es también uno de los proyectos más comentados de la feria, Corridor Obedience Study #1, del colectivo Fakeshop, que combina performance e imagen digital. Al entrar en un espacio completamente oscuro, el visitante es invitado a pulsar un botón que enciende la luz de una especie de sala de tortura, donde un hombre o una mujer desnudos reaccionan a su gesto con gritos, sollozos e incluso insultos. Como recuerdo de su experiencia como "torturador", el espectador se puede llevar la foto que inmortaliza el instante.

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