Marihuana contra el dolor
Mujeres afectadas de cáncer defienden el proyecto del Gobierno catalán para utilizar el cannabis con fines terapéuticos
Montserrat Domènec descubrió la marihuana hace casi un cuarto de siglo, con apenas 24 años de edad y en plena lidia con unas sesiones de quimioterapia que, según explica, eran "lo más parecido a morir que una puede contar". Las nauseas y los vómitos asociados al tratamiento contra su cáncer de mama sólo fueron soportables el día que un amigo que estudiaba medicina se presentó en su casa con un sobre de marihuana. "Alguien del hospital le había dicho que la maría era de lo más efectivo contra las náuseas, lo probamos y funcionó", explica. "No sabíamos cómo utilizarla, así que o yo o algún amigo la fumabamos en mi habitación y, sólo con el olor, ya me sentía más aliviada".
Mucho más adelante supo que es comer el extracto de la planta y no fumarla el método más eficaz para aliviar las insoportables náuseas. Pero ya no tuvo que experimentarlo. Se curó y dejó la quimioterapia, y el cannabis, pero no la lucha para que las enfermas, sobre todo de cáncer de pecho, puedan mejorar su calidad de vida durante y después de la enfermedad. Desde la asociación Grupo Ágata, Montserrat Domènec y otras muchas mujeres han luchado durante más de diez años para que quienes deciden recurrir a la marihuana para aliviar sus dolores no deban hacerlo a escondidas, en ambientes sórdidos y sin garantías.
Sus esfuerzos se han visto recompensados esta semana, con el anuncio de que el Gobierno catalán impulsará un plan piloto para que más de mil personas puedan recibir de forma gratuita la marihuana que necesiten para sus tratamientos. Y no sólo serán enfermas de cáncer de mama. "La planta también se ha demostrado efectiva para abrir el apetito en enfermos terminales de sida y para aliviar los dolores causados por la esclerosis múltiple y otros dolores de origen nervioso", explica Gaspar Linares, uno de los 60 farmacéuticos que el próximo verano ya dispensarán el cannabis dentro del plan piloto catalán.
Hacer un ensayo a gran escala es uno de los pasos necesarios para que el Ministerio de Sanidad pueda homologar en el futuro una terapia que ya se aplica abiertamente en Holanda. En aquel país, 8.000 personas están comprobando ya, bajo un estricto control médico, cómo actúa el tetrahidrocannabinol, uno de los componentes de la marihuana, al que más propiedades benéficas se le atribuyen para paliar los efectos adversos de la quimioterapia y otros tratamientos de especial agresividad.
Las facilidades que ofrecen muchos bares de los Países Bajos, donde su venta y consumo es legal, hace que muchas personas acudan a sus famosos coffee shops y no a la farmacia para hacerse con la planta, algo que los médicos desaconsejan rotundamente. "Hemos luchado para la legalización del cannabis con fines terapéuticos precisamente para que la gente que lo necesita no deba acudir a comprarla en el mercado negro, sino que lo pueda hacer en una farmacia y a plena luz del día", explica Maria Dolors Albert, otra mujer que descubrió el cannabis durante su lucha contra el cáncer el año 2000.
"A cierta edad ya no sabes adónde tienes que acudir para encontrar maría, y en los últimos años, desde la asociación Ágata, más de una vez he tenido que recomendar a alguna mujer que se lo pidiera a algún hijo o sobrino adolescente: cuando la buscas, por ilegal que sea, siempre la acabas encontrando".
Desde el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona se está trabajando ahora para diseñar un marco de seguridad que permita suministar las dosis correctas en las concentraciones que necesite cada paciente. "Se recetarán cápsulas que contendrán toda la planta y no sólo uno o dos principios activos, pues sabemos que la conjunción de todos los principios activos se muestra mucho más efectiva", explica Rafael Borràs, vocal del área de Drogas de este colegio profesional.
Si no hay cambios de última hora y las reticencias iniciales de la ministra de Sanidad, Elena Salgado, no lo impiden, el plan piloto comenzará en Cataluña el próximo mes de junio. El director general de Recursos Sanitarios de la Generalitat de Cataluña, Rafael Manzanera ha anunciado que el ensayo durará un año e incorporará a unos mil pacientes. Una vez finalizado, en junio de 2006, se analizarán los resultados. "Si todo sale como esperamos podríamos pedir la homologación en el Consejo Interterritorial de Sanidad a principios de 2007", aclara Manzanera.
Los únicos nubarrones que asoman por el horizonte son los que puedan colocar aquellos colectivos que ven en esta legalización de la marihuana con finalidades terapéuticas una grieta del sistema por la que pueda colarse una mayor tolerancia de su uso recreativo, sobre todo en jóvenes. "Esto no ocurrirá", asegura el vocal del Colegio de Farmacéticos. En opinión de Borràs, "cualquier medida de legalización del consumo de marihuana irá acompañada de una explicación que especifique los riesgos que entraña su utilización con finalidades lúdicas".
Desde la asociación Ágata, Maria Dolors Albert también reconoce que sería "un error" que asociaciones pro legalización de la marihuana con finalidades lúdicas se sirvieran de su lucha para conseguir sus objetivos. Ella misma no quiere ver, ni de lejos, otro porro en su vida. "El simple olor de la marihuana me lleva a pensar en todo lo malo que sufrí hace cinco años". Por este motivo se ríe ante las dudas expresadas por personas sobre la adicción que puede crear en enfermos de cáncer el uso terapéutico de marihuana. "El Prozac sí crea adicción y siguen recetándolo a todo trapo", argumenta.
Para evitar este tipo de conflictos, el Gobierno central no quiere que ningún ensayo médico que implique la utilización de marihuana dé comienzo antes de la primavera, cuando se prevé presentar la nueva estrategia del Plan Nacional sobre Drogas que alertará, precisamente, del auge del cannabis como sustitutivo del tabaco, sobre todo entre los más jóvenes.
Una vez resueltos estos desajustes de calendario, el ministerio tendrá trabajo si quiere frenar nuevos ensayos. En Andalucía y en el País Vasco, muchas asociaciones están presionando para la legalización de las terapias basadas en el consumo de cannabis, unas presiones que ya han llegado al Parlamento. Si la dinámica generada por la convocatoria de elecciones en el País Vasco no lo impide, el Parlamento de Vitoria debatirá la próxima semana la idoneidad de impulsar este tipo de terapias. Lo mismo en Andalucía, donde Izquierda Unida, ya ha presentado una proposición no de ley que pide avanzar en una senda que, si no se trunca, convertirá el icono hippie de los años sesenta en todo un símbolo del avance de la medicina.
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