Credibilidad de la ONU
El informe provisional sobre la malversación de fondos del programa Petróleo por Alimentos para Irak entre 1997 y 2003 supone un duro golpe para la credibilidad de la ONU y pone en serios apuros a su secretario general, Kofi Annan, ya atacado desde la derecha en EE UU por sus críticas a la invasión de Irak, que llegó a calificar abiertamente de "ilegal". Este programa mastodóntico creó una burocracia paralela casi tan grande como la propia ONU, de forma que se gestionaron 64.000 millones de dólares en seis años sin controles suficientes. Aunque cabía esperar un cierto grado de corrupción, ahora ha llegado la hora de rendir cuentas.
La Comisión presidida por Paul Volker, ex presidente de la Reserva Federal de EE UU, acusa en particular al chipriota Benon Sevan, que dirigió el programa hasta su final en 2003, de "un grave y continuado conflicto de interés" que ha "socavado la integridad de las Naciones Unidas": en concreto, al haber facilitado contratos a un familiar de Butros Butros Ghali, el predecesor de Annan, además de otros tratos opacos con un banco francés y una empresa alemana. Un ministro del Gobierno de Bagdad ha señalado que se trata de un robo a la población iraquí, duramente castigada por el embargo de exportaciones decretado tras la invasión de Kuwait en 1991. Para ayudarla, el Consejo de Seguridad autorizó a Irak, bajo su control, a exportar a partir de diciembre de 1996 una cantidad reducida de petróleo, a cambio de comida, medicinas y otros productos esenciales, lo que hace especialmente inmoral la corrupción que se va desvelando.
El petróleo iraquí ha quemado hasta ahora a quien lo ha tocado.
Sadam Husein, según la CIA, desvió 1.700 millones de dólares de este programa, que se sumaron a otros 8.000 millones en contrabando de crudo hacia Jordania. También a finales de enero una auditoría americana concluyó que la Autoridad Provisional de la Coalición en Irak, presidida entonces por Paul Bremer, no controló suficientemente los 8.800 millones de dólares iraquíes -en parte restantes del programa ya cancelado y de la venta del petróleo-, que gastó tras la invasión, lo que incitó casos de corrupción.
El esclarecimiento del caso debe llevar a rendir cuentas a los responsables. También a una profunda reforma de la burocracia de la ONU. Pero no tiene sentido que se lleve por delante a Annan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
