Berlusconi abandera la rehabilitación de Bettino Craxi
La derecha reclama la herencia del fallecido ex primer ministro socialista que huyó de la justicia
Bettino Craxi murió hace cinco años en su exilio de Túnez. Y su figura, que encarnó la corrupción del sistema político italiano y fue el tótem derribado por los fiscales de Manos Limpias, es ahora el objeto de una fulgurante rehabilitación. La herencia del histórico dirigente socialista es reclamada por Silvio Berlusconi, que acoge al Nuevo Partido Socialista en su coalición conservadora, y aplaudida por toda la derecha. El recuerdo de Craxi, para el que un alcalde ha pedido la beatificación, será objeto de un simposio en Milán desde mañana.
Berlusconi siempre fue amigo personal de Craxi. Su empeño en rehabilitar su memoria y en absorber al socialismo italiano no está, sin embargo, relacionado con la amistad. Il Cavaliere quiere reforzar al pequeño Nuevo PSI, totalmente en sus manos, y convertirlo en prueba de que más allá de su coalición "sólo existe el comunismo antidemocrático".
Bettino Craxi (Milán, 1934) llevó al PSI a posiciones socialdemócratas, apoyó el despliegue en Europa de los misiles estadounidenses SS-20, rompió el monopolio de la Democracia Cristiana, colocó a un compañero de partido (Sandro Pertini) en la Presidencia de la República, presidió con el llamado pentapartito el Gobierno más duradero de la Primera República (1983-1987) y logró el ingreso de Italia en el G-7. También multiplicó la deuda nacional y sistematizó la financiación ilegal del PSI con comisiones clandestinas.
El hombre que había sido todopoderoso empezó a caer en agosto de 1992, cuando en un discurso parlamentario desafió al resto de la clase política: "Que se ponga en pie", dijo, "quien no haya recibido financiaciones ilícitas". Fue procesado el 15 de diciembre de 1992, fue sometido después a una humillación pública cuando centenares de militantes de izquierda arrojaron monedas a su paso y en 1994 escapó a la justicia retirándose a su villa tunecina de Hammamet, donde murió, de enfermedades derivadas de la diabetes, el 19 de enero de 2000. Todo un sistema político se derrumbó con él.
Durante sus años de Gobierno, y después, fue el gran protector del empresario Silvio Berlusconi, quien le correspondió con generosos donativos. Berlusconi, convertido hoy en presidente del Gobierno, encabeza el movimiento para la rehabilitación de Craxi y se proclama líder moral de lo que queda del socialismo italiano. Berlusconi acudió el pasado sábado al Congreso del Nuevo PSI, dirigido por el ex ministro Gianni de Michelis y por los hijos de Craxi, para decir que el socialismo no debía abandonar nunca la Casa de las Libertades. "Nosotros no somos el centroderecha, sino todo el arco democrático, porque fuera de nuestra coalición sólo están los comunistas, enemigos de los padres, de la burguesía, de la nación y de la bandera", proclamó, antes de definirse a sí mismo como "representante del Bien".
Berlusconi habló largamente del "amigo Bettino" y resumió todo su ideario en una sola palabra: "anticomunismo". Tres días antes había sido el sacerdote Gianni Baget Bozzo, ex socialista y actual ideólogo de la berlusconiana Forza Italia, quien celebró en Génova una misa en memoria de Craxi para decir que su vida había sido "dramática". "Pagó por todos", dijo Baget, "y el sentido cristiano de su existencia y su valor serán reconocidos por todos algún día".
El 19 de enero, cuando se cumplieron cinco años de la muerte de Craxi, una delegación de Forza Italia viajó a Hammamet para depositar sobre su tumba un ramo de claveles rojos. "Craxi salvó Europa de la amenaza del comunismo soviético y Forza Italia mantiene con su figura vínculos fortísimos", explicó Fabrizzio Cicchitto, coordinador nacional del partido de Berlusconi. "La actual izquierda ha heredado del comunismo la tendencia a demonizar al adversario, y Craxi fue la principal víctima de ese método de lucha política", añadió.
El senador democristiano Giulio Andreotti, que fue ministro de Asuntos Exteriores con Craxi, le definió a su vez como "un hombre extraordinario" que "daba una imagen seria de Italia".
Lucio Barani, alcalde socialista de Villafranca in Lunigiana, escribió una carta a Juan Pablo II para pedirle la beatificación de Craxi "por su lucha a favor de los pobres y su relación siempre respetuosa con la Santa Sede".
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