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Médicos holandeses aplicaron la eutanasia a 22 bebés con espina bífida "extrema e inoperable"

Los facultativos no fueron procesados porque los fiscales dicen que actuaron en una emergencia

Isabel Ferrer

Médicos holandeses aplicaron la eutanasia a 22 bebés que nacieron con espina bífida entre 1997 y 2004, según un estudio publicado ayer en Holanda. Aunque la práctica de la eutanasia está estrictamente regulada y prohibida para "los que no tienen voz" y los médicos la declararon, ninguno fue procesado o castigado. En todas las ocasiones se trataba de recién nacidos con espina bífida "extrema e inoperable", con la columna abierta a la altura del cuello. Los pequeños fallecieron antes de los tres meses. Los fiscales afirmaron que los médicos habían actuado correctamente ante una emergencia.

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Una situación sin regular

Los pequeños padecían la forma más grave de espina bífida, una enfermedad que consiste en que la columna no se ha cerrado bien y que deja al aire la médula espinal. Los niños presentaban graves problemas de riñón, intestinos y vejiga además de hidrocefalia (agua en la cabeza) y trastornos cerebrales.

Diez de los 22 bebés fallecidos eran niños. La espina bífida que padecían había sido calificada de "extrema e inoperable". Alguno tampoco respiraba por sí solo, y hubieran necesitado entre veinte y treinta intervenciones para intentar reparar su cuerpo, sin que hubiera ninguna garantía sobre el resultado. La vigente Ley de Eutanasia holandesa excluye a bebés, minusválidos o enfermos mentales de nacimiento porque no pueden manifestar su voluntad. Ante el dilema que se les planteaba, algunos llegaron a consultar a otros cinco colegas antes de asumir que no había solución. Todos los bebés fallecieron en los tres primeros meses de vida.

Una vez recibidos los expedientes, la fiscalía tardó alrededor de cinco meses en comunicar a los afectados que no pensaba acusarlos de asesinato, tal y como estipula la Ley de Eutanasia en una situación así. Las penas contempladas alcanzan los 12 años de cárcel. Las declaraciones de los especialistas fueron suficientes y los padres no fueron ya interrogados.

Cuatro reglas estrictas

La decisión de no procesar adoptada por la justicia nacional ha sido desvelada en un estudio publicado en la Revista Holandesa de Medicina firmado por cuatro médicos que han tenido acceso a los expedientes. Según el trabajo, los fiscales han aplicado cuatro reglas estrictas de conducta médica. Las dos primeras describen la situación del paciente, con sufrimiento y sin cura ni posible mejora, además de la consulta con un colega. Ambas están incluidas en la Ley de Eutanasia. Las otras dos se refieren al permiso de los padres para poner fin a la vida de su hijo, y a cómo deben administrarse los productos necesarios para ello.

Según el pediatra Eduard Verhagen, uno de los compiladores del trabajo, es la primera vez que los fiscales permiten revisar documentos en un intento de animar a los médicos a informar más a menudo de sus actos. De las investigaciones elaboradas hasta la fecha sobre la ayuda a morir aplicada a los bebés, se deduce que hay por lo menos 15 casos anuales en Holanda. De éstos, sólo llega a la Fiscalía una quinta parte. La ley obliga a remitir los expedientes de eutanasia a una de las cinco comisiones regionales sobre el tema. En caso de duda, sus miembros alertan a la justicia.

Para Verhagen, sin embargo, la situación sigue dejando mucho que desear. Es posible incluso que otro fiscal, ante una nueva eutanasia de un bebé, revise los 22 expedientes archivados y llegue a otras conclusiones. En su opinión, lo mejor sería que se formara por fin la comisión de control solicitada al Gobierno hace dos meses y de la que formarían parte pediatras, un jurista y un experto en ética. La misma podrían asesorar a los fiscales y ayudaría a que los facultativos perdieran el miedo a declarar las eutanasias infantiles. Una comisión así fue aprobada por el anterior Gobierno socialdemócrata, pero no llegó a crearse. El actual Ejecutivo cristianodemócrata espera presentar una propuesta de ampliación de la Ley de Eutanasia en breve.

Lo que sí existe en estos momentos es un protocolo elaborado en el Hospital Universitario de Groningen -donde trabajan los cuatro médicos que han hecho el informe- para guiar a sus pediatras en casos de eutanasia de menores. En el mismo se indica que la demanda de los padres debe ser consciente y reiterada. Como ya sucede con los adultos, el especialista tiene que asegurarse de que el paciente no tiene cura y sufre de modo insoportable, y consultar con otro colega. Un criterio muy parecido -salvo el aviso a la Fiscalía- en los 22 casos estudiados.

El código de Groningen, localidad del norte de Holanda, fue criticado por el Vaticano recordando que no pueden evitarse así las imperfecciones de la especie humana. El Papa Juan Pablo II recordó ayer a la embajadora de Holanda ante la Santa sede su oposición a esta legislación.

En unas declaraciones al rotativo holandés De Volkskrant, Verhagen asegura haber recibido llamadas de colegas extranjeros que admitían haberse encontrado ante situaciones de eutanasia de bebés y comprendían su punto de vista. Algunos médicos optan por dar un rodeo y esperan a que el bebé desahuciado tenga una de las infecciones que suelen padecer dada su falta de defensas. Las elevadas dosis de analgésicos precisados para tratarle pueden ser mortales, aunque ello se califica de acto médico y no ayuda a morir.

La Ley holandesa excluye el padecimiento psicológico entre sus supuestos. Sí permite la eutanasia a partir de los 16 años a petición propia. Entre los 12 y los 16, la última palabra la tienen los padres, aunque debe escucharse al menor. El pasado año fueron comunicadas 1.815 ayudas para morir. Hace tres años, aún sin legislación, hubo 2.123.

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